A partir de mañana el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, ha convocado a distintos sectores de la sociedad para debatir acerca del futuro del plan educativo bonaerense para los próximos años en virtud de las falencias que se han detectado en los últimos tiempos, lo que refleja un gesto saludable.
Sin embargo, a partir de aquí se genera una contradicción por parte de las autoridades provinciales, ya que los índices de ingreso a las universidades no son graves desde ahora sino datan de por lo menos una década; entonces ¿cuál es la finalidad de las reformas que se vienen y por qué recién ahora se dan a conocer estos datos?
Se hace hincapié en el tercer ciclo y el Polimodal, pero en realidad estamos ante un problema educativo o en presencia de la consecuencia de un modelo social que abrió grietas que aún están heridas en la sociedad argentina.
El Sol ha reflejado en reiteradas ocasiones la necesidad de muchos alumnos de concurrir a las escuelas para recibir su plato de comida diario y creemos que aquí data la raíz del problema educativo. Los niños y jóvenes ven en sus hogares el fracaso de sus padres por un modelo que hasta hace poco los excluyó y no encuentran expectativas de crecimiento ni desarrollo para el futuro.
Ante este cuadro social la realidad educativa marca que el debate pasa por definir el modelo que pretendemos para los tiempos venideros: ¿el que expulsa a sus ciudadanos o el que los integra?; sin dudas aquel donde todos tengan las mismas posibilidades, pero durante más de una década esto no fue así en el país y la educación de la provincia de Buenos Aires, quizás sin darse cuenta, pasó a ser un espacio de contención ante la crisis en lugar de un centro de formación de los hombres del futuro.
