Buenos Aires Provincia
Agustín Farabundo Martí
 
 


El Negro


“Cuando la historia no se puede escribir con la pluma…”

“La voz de un pueblo que no se hace esperar”

"¡Viva el Socorro Rojo Internacional!"


El Negro

Martí nació el 5 de mayo de 1893 en el poblado de Teotepeque, a cincuenta y dos kilómetros al suroeste de San Salvador. Fue el sexto hijo de una familia numerosa, hijo de Pedro Martí y Socorro Rodríguez, quienes tuvieron catorce hijos. Los Martí Rodríguez eran dueños de unas 1.200 hectáreas de terrenos que servían para ser utilizados en labores agrícolas.

Se graduó de bachiller en el año 1913, con veinte años de edad de un colegio salesiano e ingresa a la Universidad Nacional en la carrera de Jurisprudencia y Ciencias Sociales.

Compenetrado en la realidad política de su país, sumido en el proceso común de neocolonialismo fundamentalmente económico que vivenció América Latina, decidió realizar sus primeras acciones políticas trabajando contra el régimen oligárquico de las familias Meléndez-Quiñónez, dinastía que gobernará El Salvador por cruentos catorce años.

Fue encarcelado en Zacatecoluca por organizar un acto en apoyo a la Asociación de Estudiantes Unionistas, grupo guatemalteco que exigía el fin de la dictadura de Estrada Cabrera en ese país. Farabundo, conocido bajo el pseudónimo de "El Negro", en 1920 es deportado a Guatemala y allí continúó sus estudios en la Universidad de San Carlos y trabajando en diversos oficios, como obrero, jornalero o peón. Tomó contacto con trabajadores y esas relaciones le aportaron una mayor conciencia del sufrimiento de los explotados.

En un país, donde la mayoría de la población es indígena y por lo tanto desposeída de sus derechos, Martí se comprometió con sus luchas e incorporo onocimientos de la lengua quiche. Siendo perseguido por los dueños de las plantaciones de café, Farabundo debió partir temporalmente a México, donde se relaciono con el movimiento obrero y estudio la revolución agrarista de 1910.


“Cuando la historia no se puede escribir con la pluma, se escribe con el rifle”

Con una visión clara respecto a los efectos negativos del imperialismo se solidarizo con los pueblos hermanos. Regresó a El Salvador en 1928, cuando se estaba debatiendo acerca de la ayuda a Nicaragua invadida por los yanquis. Una asamblea de trabajadores lo eligió como responsable de una brigada de cinco obreros combatientes para ir a pelear bajo las órdenes del general nicaragüense Augusto César Sandino.

Farabundo obtuvo el grado de Coronel, fue miembro del Estado Mayor Internacional de Augusto César Sandino y Secretario Privado del ejército sandinista. En alguna ocasión se pronunció indignado diciendo: "Cuando la historia no se puede escribir con la pluma, se escribe con el rifle”, acto seguido abrió fuego contra los aviones estadounidenses que surcaban el cielo nicaragüense. Sus convicciones, su firme ideología socialista, su entrega hacia los más débiles lo marcó como ejemplo para las generaciones venideras.

Entre 1927 y 1931, presionado por organizaciones obreras y campesinas, el gobierno salvadoreño a cargo de Pío Romero Bosque había concedido alguna legislación laboral. Los sectores trabajadores estaban motivados por la revolución mexicana y la lucha antiimperialista de sus vecinos nicaragüenses. En 1930 de regreso en El Salvador, Farabundo Martí, fundó el Partido Comunista Salvadoreño que se pondría a la vanguardia de los trabajadores descontentos.

La crisis mundial de 1929 provocó una violenta disminución del precio del café y de las exportaciones del mismo, con la consiguiente desocupación y pobreza. En 1931, Arturo Araujo ganó las elecciones con el apoyo de sindicatos e intelectuales a quienes prometió expropiar y repartir latifundios, distribuir tierras del Estado entre los trabajadores, limitar la jornada de trabajo. Pero, dado su mal gobierno, el incumplimiento de las promesas electorales y la falta de apoyo de la burguesía, se generó una crisis institucional.

La fragilidad democrática provocada por los grupos de poder desencadenó en un golpe cívico militar en 1931, convirtiendo a Maximiliano Hernández Martínez (por entonces, vicepresidente de El Salvador) en presidente. Los comicios fraudulentos fueron determinantes para la movilización del pueblo que suspendió las votaciones en varias zonas.

Farabundo Martí fue como otros hombres de su época, un verdadero internacionalista que peleó contra el imperialismo norteamericano. Pertenece a la generación de revolucionarios latinoamericanos que pensaba los procesos de liberación más allá de los límites de su país.


“La voz de un pueblo que no se hace esperar”

En 1932 el contexto de El Salvador no era favorable, presentaba una administración corrupta, una sociedad en crisis, un pueblo descontento y una economía casi en quiebra, derivada de los bajos precios internacionales del café, ya que al igual que el resto de Latinoamérica, su posición de monoproductor le generaba una gran fragilidad, situación que empeoró a partir de la Gran Depresión de la bolsa estadounidense en 1929.

El 2 de diciembre de 1931, el régimen del Partido Laborista, encabezado por el ingeniero Araujo, fue derrocado para asumir la presidencia el dictador Maximiliano Hernández Martínez, quien mantendrá en sus manos el gobierno por espacio de trece años, hasta mayo de 1944.

Ante un nuevo y cotidiano caso de comicios fraudulentos en enero del '32, se generó nuevamente el estallido social. Varios sitios de votación fueron suspendidos en poblaciones en las que el Partido Comunista tenía fuerte presencia. La insurrección comenzaba.

Los días 18 y 19 de enero de 1932, se produjeron frustrados asaltos al Cuartel de Caballería por las fuerzas insurrectas; ante la situación, el gobierno decreta el estado de sitio y la ley marcial. Se implanta la censura estricta en la prensa.

La consecuencia esperable fueron los alzamientos y combates en todo El Salvador. Miles de campesinos, obreros y trabajadores asaltan cuarteles, guarniciones policiales, oficinas municipales, telégrafos, almacenes y fincas de terratenientes.

Como respuesta, las fuerzas militares fieles al gobierno entran en las ciudades de Nahuizalco, Juayúa, Ahuachapán y Tacuba. A su vez, los norteamericanos e ingleses movilizaban sus fuerzas de guerra para prestar apoyo al general Hernández Martínez en su represión contra el pueblo.

Finalizada la represión, Hernández Martínez envía a los almirantes norteamericanas e ingleses un telegrama que decía: “En saludo a honorables comandantes declaramos situación absolutamente dominada por fuerzas del gobierno de El Salvador. Garantizadas vidas, propiedades, ciudadanos extranjeros acogidos y respetuosos leyes de la República. La paz está establecida en El Salvador. Ofensiva comunista desechada sus formidables núcleos dispersos. Hasta hoy cuarto día de operaciones están liquidados cuatro mil ochocientos comunistas”.


"¡Viva el Socorro Rojo Internacional!"

Los levantamientos populares fueron aplastados dejando un inmenso número de muertos y heridos. El 31 de enero, un Consejo de Guerra al mando del General Manuel Antonio Castañeda juzgó y condenó a Agustín Farabundo Martí y a los líderes estudiantiles Alfonso Luna Calderón y Mario Zapata a morir fusilados en el Cementerio General de San Salvador, previo traslado desde sus celdas en la Penitenciaría Central.

Este sería el final para Farabundo Martí y un grupo de sus compañeros. Martí decidió que no le vendaran los ojos y sus últimas palabras según rezan las crónicas fue: "¡Viva el Socorro Rojo Internacional!".

Si bien, Martí formo parte del ejército de Sandino, creía en la necesidad de continuar llevando la lucha internacional contra el imperialismo más allá de las fronteras de los Estados; en este punto las diferencias con el nicaragüense lo llevó a su alejamiento.

Días antes de morir Martí dijo "En estos momentos en que estoy a dos pasos de la muerte quiero declarar categóricamente que creo en Sandino, que no me ha vendido a los americanos [...]. Cuanto se ha dicho de él con respecto a que se ha vendido, es completamente falso, pues Sandino es uno de los pocos patriotas que hay en el mundo. Yo he permanecido unido a él a través de la distancia y del tiempo y si me separé de él fue porque se dejó engañar por los agentes del imperialismo que pretenden su exterminio”.

Su pensamiento tiene vigencia en agrupaciones sociales que actúan en El Salvador.