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Los inicios de la modernidad europea coincidieron con la consolidación de los Estados nacionales. El poder fragmentario que ejercían los señores feudales fue reemplazado por el poder centralizado del rey. Las casas reinantes requirieron un número creciente de colaboradores que integraron las primeras burocracias estatales.

Estados nacionales europeos en el siglo XVI. El proceso de centralización se cumplió bajo el signo del absolutismo monárquico. Los límites derivados de la distinción entre lo que es de Dios y lo que pertenece al César comenzaban a esfumarse, generando abusos y despotismo.
Los factores que consolidaron el poder absoluto de los reyes fueron:

  • la unificación del ejército que respondería a la autoridad del monarca, su paulatino proceso de profesionalización.
  • las nuevas técnicas de guerra, fundadas en el empleo de la pólvora que tornaba vulnerables a los inexpugnables castillos de los señores feudales.
  • la unificación territorial, lograda en ocasiones a partir de arreglos matrimoniales como el realizado entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
  • la cohesión religiosa que se alcanzó, por ejemplo en España, a través de la expulsión de moros y judíos. La política tuvo una fuerte dependencia ideológica de la religión cristiana.
  • la disminución del poder de la nobleza, cuyos integrantes debieron incorporarse a los cargos y oficios reales de la Corte.

Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se casaron en 1469. El Papa Inocencio VII los tituló Reyes Católicos. El absolutismo se definió como una soberanía monárquica sin límites y sin control, que no reconocía a los súbditos más que el deber de obedecer y a la que sólo la limitaba la ley divina y la ley natural.

El renovado poder del Estado contó a partir de entonces con policía, impuestos, ejércitos, derecho, burocracia, mercado, clero y magistraturas y le sirvió a la incipiente burguesía para luchar contra el feudalismo. El Estado protegió la actividad mercantil y también aceleró la expansión comercial, transformando a Europa en un gran mercado.

El rol del Estado consistió en mantener un equilibrio entre las clases sociales. Las singularidades de cada una de ellas fueron:

Nobleza: Su principal fuente de riqueza provenía de la tierra que los nobles poseían en gran cantidad. Tenían el derecho de ser juzgados por sus igualeso por un superior (rey) y quedar exentos de impuestos directos. La posibilidad de lograr un título mediante el pago de dinero, hizo que muchos comerciantes enriquecidos engrosaran las filas de la nobleza. Si bien su riqueza continuó intacta, se redujo su fuerza militar. Fueron excluidos de altos cargos y debieron subordinarse a la autoridad real.

Burguesía: Habitantes de los burgos que construyeron su status social a través de las ganancias obtenidas del comercio, las finanzas y el desempeño de cargos públicos. Estaban insertos en la aristocracia y en el pueblo llano, dependiendo del nivel de sus riquezas. Pagaban impuestos. El burgués comerciante no conocía fronteras y sus negocios se extendían por amplios territorios.

La burguesía logró controlar el poder financiero del Estado y ocupó importantes cargos administrativos.

Campesino arando la tierra. Campesinado: Era el sector productivo. Los campesinos trabajaban la tierra, aunque no eran sus propietarios. El producto de su trabajo estaba destinado a pagar los impuestos reales, el usufructo de la tierra, el diezmo a la Iglesia católica y, lo que restaba, les servía para sostener a su familia. La importancia del comercio, sumada a la necesidad de los señores de aumentar sus ingresos, los llevó a incrementar la presión sobre el campesinado hasta tornarla insoportable. Esto motivó a los trabajadores a abandonar las tierras feudales y migrar hacia las ciudades. Los pocos siervos que quedaron no fueron suficientes para mantener el funcionamiento de la maquinaria feudal, y provocó que los señores conmuten prestaciones de trabajo y conviertan las tierras de dominio feudal en tierras trabajadas por arrendatarios o aparceros. Este proceso transformó las relaciones de producción en el ámbito rural, preparando el camino hacia el ‘trabajo libre’.

En el siglo XVI crecieron las ciudades donde la expansión comercial ofreció esperanzas de trabajo, a pesar de que los salarios fueran bajos por la abundante oferta de brazos. La aparición del derecho romano de propiedad, el derecho civil entre los ciudadanos y el derecho público entre el Estado y los súbditos, contribuyeron al aburguesamiento progresivo de la sociedad.

La burguesía se convirtió en el sector dinámico de la población a partir de la creciente actividad comercial y del desarrollo de manufacturas preindustriales. Hubo más consumidores y más dinero. Los cambios en la industria desencadenaron innovaciones en la vida diaria: vidrio, sábanas y colchas de lienzo, etc. Desde los estratos superiores de la sociedad se estimuló el comercio de lujo. Aparecieron algunas leyes suntuarias que intentarían frenar el consumo de productos importados, como una forma de contener la salida de riqueza del país. A esas ideas económicas se las llamó mercantilismo.

El mercantilismo fortaleció a los Estados nacionales de Europa, mediante la intervención gubernativa en las actividades económicas y el exagerado nacionalismo en las relaciones entre los países. No era un sistema homogéneo: presentó variantes según los países en los que imperó y se fue modificando en el curso de los tres siglos en que tuvo vigencia (XVI a XVIII). Podemos mencionar algunos rasgos que lo caracterizaron:

El auge del comercio se reflejó en la fluida actividad marítima y portuaria y en el crecimiento de las ciudades.

  • importancia dada a la riqueza monetaria y, en consecuencia, a los metales preciosos.

  • la conquista de estos metales debía ser realizada por el Estado o bajo su supervisión.
  • el Estado debía lograr una balanza comercial favorable, fomentando la exportación de artículos manufacturados y restringiendo su exportación, lo que significaba el estímulo de las industrias de elaboración para consumo interno y para la venta al exterior. Surgieron las primeras manufacturas producidas en establecimientos de magnitud mucho mayor que los talleres artesanales.

La necesidad de adquirir colonias se fundaba en considerarlas fuente de materias primas y de metales preciosos y como mercados para los bienes elaborados por la metrópoli. Las ideas mercantilistas contribuyeron al progreso de Francia e Inglaterra, no así a España, que habiendo establecido el sistema de monopolio comercial, fue incapaz de proveer a América de lo que necesitaba porque no contaba con manufacturas. España necesitó depender del extranjero para poder abastecer sus colonias. Así, los metales americanos fluirían, a través de las compras españolas, hacia los países del norte de Europa.

Esta dinámica se aceleró a partir de la llegada de los europeos a lugares por ellos desconocidos hasta entonces; incentivados por la búsqueda de nuevas rutas comerciales, debido a que la expansión del imperio turco había dificultado el tráfico y encarecido los productos.

En un principio fueron los países católicos los que concedieron más importancia a las actividades comerciales y a la burguesía y, después de la Reforma, tuvieron acogida en los países protestantes. A continuación brindamos algunos datos acerca de Martín Lutero y las ideas que dieron origen a este proceso.

Lutero y la Reforma Eclesiástica