Dirección General de Cultura y Educación

Periodismo 1852-1920

La caída de Juan Manuel de Rosas abrió paso a los debates sobre el régimen político, los dilemas constitucionales y las controversias acerca de los límites de la ciudadanía. La sanción de la Constitución Nacional promovió las prácticas liberales del sufragio, el desarrollo de la prensa escrita -aún con algún tipo de restricción- y también la expresión mediante movilizaciones públicas, campañas de interés común, debates previos y posteriores a las elecciones. Además, se hizo evidente una incipiente participación política expresada en la concurrencia a las actividades organizadas por clubes partidarios, sociedades de beneficencia, asociaciones profesionales, salones de lecturas y cafés.

En ese contexto el periodismo fue un importante nexo con la política, vehículo de instrucción y conformación de la opinión pública. Decía Juan Alberdi por entonces: "Hablar de la prensa es hablar de la política, del gobierno, de la vida misma de la República Argentina, pues la prensa es su expresión, su agente, su órgano".

Alberdi, Juan B. "Cartas quillotanas".

Los beneficios de la colonización, los ferrocarriles, la cultura europea y estadounidense, las decisiones de los tres poderes que conformaban el gobierno, eran la temática de los periódicos de la época que buscaban generar consenso en torno de los cambios que habría que imprimir a un país en crecimiento. Entre ellos, El Nacional, periódico comercial, político y literario creado y dirigido por Dalmacio Vélez Sársfield. En 1852 contó entre sus redactores con Juan B. Alberdi, de quien publicó las Bases y puntos de partida para la organización nacional; Domingo. F. Sarmiento con su Carta en yungay dirigida a Justo J. Urquiza, a Bartolomé Mitre, Vicente López, Miguel Cané, Pedro Echagüe y Nicolás Avellaneda. Tenía como lema "Viva la Confederación Argentina",salía en dos ediciones diarias -al mediodía y a las 14 horas.- y a partir de 1872 también en edición vespertina. Cerró en 1893.

Compartió el período con publicaciones como Los Debates, diario de intereses generales. Política, comercio y literatura (1852); La Ilustración Argentina (1853-54); El Centinela (1853); El Progreso (1852-53), que continuó con el nombre La Tribuna (1853-84) y fue el mayor competidor de El Nacional. Todos ellas centraron la atención en los debates políticos del momento y desde sus páginas promovieron la participación en las contiendas electorales, alentaron a ciertos candidatos, convocaron mitines, publicitaron las propuestas electorales, arengaron a los electores, llamaron a empadronarse, etc. El Mosquito (1863-1890), periódico semanal que recurrió a la caricatura para expresar las críticas político-sociales. Se definía como "satírico-burlesco con caricaturas" y no estuvo vinculado a una práctica militante partidaria.

Según Juan. B. Alberdi, la prensa era uno de los medios indispensables para hacer política e influir en lo económico, social y cultural; de modo tal, que quien decidiera dedicarse a esta actividad necesitaba un periódico propio. Así los diarios estuvieron vinculados ideológica y económicamente a partidos políticos, cofradías e incluso al Estado.

“El descamisado. PeriĂłdico rojo” NÂș 2, 13 de enero de 1879.   Pedro J. Sanarau fue el editor responsable de El descamisado (1879 y con largas interrupciones hasta la actualidad) que se definía como un "[...] periódico de lucha, que habría de retemplar el espíritu de las gentes de los talleres y oponer fuerte valla a las pretensiones injustas de la aristocracia, de la burocracia y del capital ["Š]".

El Descamisado, Nș 2, 13 de enero de 1879.

Sus páginas hicieron eco de huelgas como las de la Sociedad Tipográfica Bonaerense en 1879, que consiguió para sus representados una jornada de diez horas en invierno y doce en verano y a la que El Nacional, calificó como "recurso vicioso, inusitado e injustificado".

En 1890, un grupo de alemanes, que participaba del Club VorwĂ€rts (Adelante) y que conmemoró por primera vez el 1ș de Mayo en 1890, decidieron -junto a otras organizaciones- editar un periódico para difundir los principios marxistas, llamado El Obrero, dirigido y sostenido económicamente por el ingeniero Germán Avé Lallemant. Más adelante aparecieron otros periódicos socialistas, como El Socialista (marzo a mayo de 1893); La Vanguardia (1894-1958), fundado por Juan B. Justo que lo caracterizó como un "periódico socialista científico y defensor de la clase trabajadora";  La Protesta Humana, periódico del movimiento anarquista latinoamericano, fundado por un grupo de obreros de diversos gremios. Salió por quincena, desde el 13 de junio de 1897, y a partir del Nș 10 se convirtió en una publicación semanal, con un tiraje de alrededor de 3000 ejemplares que se distribuían en todo el país y Montevideo, San Pablo, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Asunción y Lima.

Portada del primer nĂșmero del diario La Prensa, lunes 18 de octubre de 1869.  Algunos diarios surgidos por entonces se destacaron por su continuidad:La Nación (1870 hasta hoy) y La Prensa (1869 hasta hoy). Formaron parte -en un comienzo- de la prensa política de la época, incorporando discursos políticos, debates vinculados al posicionamiento político-partidario de sus iniciadores, Bartolomé Mitre y José Clemente Paz, respectivamente. Tenían ediciones matutinas y vespertinas, eran de formato grande y se vendían por suscripción.

Mapa publicado por la Eastern Telegraph Company  en 1901. Las lĂ­neas rojas corresponden a cables submarinos de telĂ©grafo que se extendĂ­an por todo el mundo para comunicarse de un paĂ­s a otro, a travĂ©s del cĂłdigo Morse.     Fueron ambos de tendencia marcadamente liberal, estuvieron destinados a los sectores de la élite económico-política del país e incluyeron en sus uniformes columnas editoriales, en las que tomaban posición ante la coyuntura, información nacional, columnas de opinión, comunicados oficiales y avisos de compra-venta de tierras, maquinaria agrícola, etc. También incorporaron información internacional que recibían de sus corresponsales, gracias a las comunicaciones a través del cable telegráfico trasatlántico. La Prensa  proponía: "La independencia, el respeto al hombre ciudadano, el ataque razonado al hombre público y no a la personalidad individual, formarán nuestro credo" y La Nación se posicionaba como "Tribuna de doctrina".

Desde la década del Ž80 en adelante, una de las preocupaciones centrales de los gobiernos argentinos fue crear ciudadanos para un país recién conformado y que venía recibiendo un importante flujo migratorio. Las leyes de matrimonio y registro civil, la Ley 1420 de educación obligatoria, gratuita y laica, el Código Civil, entre otros, tuvieron ese objetivo. El periodismo fue también una de las claves en la organización nacional, ya que se lo consideraría como una herramienta indispensable para educar al soberano.

Para esta época casi todas las capitales de provincia contaban con publicaciones que reflejaban la situación política local, contando además con misceláneas. Además, los inmigrantes que llegaron al país trataron de mantener lazos con sus coterráneos y vínculos identitarios, utilizando como estrategia la edición de periódicos como The Standard (1861-1959), La Patria degli Italiani (1877 hasta la década de 1930), Argentinisches Wochenblatt (1878-1940), TheBuenos Aires Herald (1876 hasta la actualidad), entre otros.

En 1913 aparecerá el diario Crítica, fundado por Natalio Félix Botana. Tenía ocho páginas de tamaño sábana y su etapa de apogeo será durante la década de 1920.

A comienzos del siglo XX, el periodismo había cambiado su aspecto formal -variedad de contenido, diagramación, cantidad de páginas-; crecido el número de las tiradas; incorporado imágenes que ilustraban las noticias, y modificado las estrategias de interpelación de un público que era cada vez más amplio y heterogéneo.

El periodismo de esta época tuvo una incidencia importante en la conformación de representaciones, símbolos, imágenes; fue vehículo de proyectos y valores, productor y reproductor de sentidos colectivos que calaron profundamente en la población argentina.

Editorial del Nș 1 del periódico El Obrero, del 12 de diciembre de 1890.