La niñez y formación de Bolívar
Simón Bolívar nació en la ciudad de Caracas el día 24 de julio de 1783 en el seno de una familia de clase alta. Sus padres fueron el Coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y doña Concepción Palacios Blanco. Como era costumbre de la época Hipólita era una esclava que ofició como una madre de leche. El niño tenía tres hermanos mayores que él -María Antonia, Juana y Juan Vicente- y hubo otra pequeña hermanita, María del Carmen, que murió al nacer.
Antes de cumplir tres años, Simón perdió a su padre, fallecido de tuberculosis en enero de 1786 y cuando tenía nueve falleció su madre, de la misma enfermedad, motivo por el cual junto con sus hermanos pasaron a custodia de su abuelo y luego de su tío, Carlos Palacios y Blanco.
El sustento de los niños era posible gracias a la herencia de sus padres, y un mayorazgo instituido en 1785 por el Presbítero Juan Félix Jerez, otorgado específicamente en su favor. Le correspondían así casas en Caracas y en otras partes, plantaciones y hatos de ganado, también esclavos domésticos y rurales que hacia 1795 sumaban unos 160.
Acunado en esa sociedad profundamente desigual, siendo una de las personas mas ricas de la Colonia, en su madurez política abogaría por la eliminación del trato racialmente discriminatorio en la letra de la ley y por la abolición de la esclavitud, encarnando el ideario de la Ilustración europea que sostenía la igualdad natural de los hombres.
A los nueve años Simón Bolívar se iría a vivir a la casa del maestro, mentor y quien sería su gran amigo Simón Rodríguez, un gran filósofo y pedagogo venezolano. Nacido en Caracas en 1769, Rodríguez como resultado de sus primeras experiencias prácticas en la educación escribió para 1794 un texto con reflexiones críticas sobre la enseñanza colonial, teniendo en cuenta aquellos defectos que “vician la Escuela de primeras letras de Caracas”.
Las ideas Roussonianas quedarán de manifiesto no solo en el pensamiento y los escritos del maestro sino en su acción revolucionaria e influencia en los alumnos. Cuando Simón Bolívar tenía la edad de catorce años su maestro participaría en la frustrada conspiración de Gual y España en la Capitanía General de Venezuela situación que le provocaría el exilio.
La Real Audiencia de Caracas, ante la partida de Rodríguez, se hizo cargo del huérfano y determinó que Bolívar concurra a la Academia de Matemáticas, dirigida por el padre Andujar. En esta escuela tuvo lecciones de historia y cosmografía con don Andrés Bello hasta que ingresó al Batallón de milicias de blancos de los Valles de Aragua el 14 de enero de 1797. En enero de 1799 se embarcó rumbo a España bajo la tutela de sus tíos Esteban y Pedro Palacios, con el fin de continuar su formación intelectual y militar. No tardaría en hacerse conocer en círculos de la alta sociedad donde profundizó sus conocimientos de historia y filosofía, de francés y literatura clásica y moderna.
“Tú me has hecho idólatra de tu humanidad hermosa; de ti, Manuela”.
Al menos tres mujeres marcaron la vida de Bolívar y su devenir como el “Libertador de América”. Conocería en Madrid a la joven María Teresa Rodríguez del Toro, sobrina de un marqués venezolano y dos años mayor que él. Prontamente le propuso matrimonio, consiguió el consentimiento de sus padres y se casaron en mayo de 1802. A mediados de año se despidieron de amigos y familiares en España y partieron hacia Caracas, donde poco después se instalaron en la hacienda de San Mateo, propiedad de la familia Bolívar.
El amor se combinó con negocios agrícolas y comerciales hasta que repentinamente María Teresa se enfermó gravemente, posiblemente de fiebre amarilla o paludismo, y cuando regresaron a Caracas murió. Solo ocho meses de casados habían transcurrido. Este hecho marcó significativamente al joven Bolívar, quien tomó la decisión de no volver a casarse.
Siendo viudo regresó a Europa a fines de ese mismo año, pasó por Cádiz y Madrid, y decidió establecerse en París a fines de 1804. Desde allí sería testigo de la coronación de Napoleón como emperador, a quien criticaba por traicionar el ideario republicano de la revolución francesa, supeditando todo a su ambición personal.
Fanny du Villars, joven esposa de un militar al servicio de Napoleón, fue amante de Bolívar, consejera y anfitriona en tertulias, le facilitó contactos con gente importante. Es posible que de este modo Bolívar haya conocido al científico alemán Alexander Von Humboldt, famoso por sus viajes de observación en América.
Aunque se ha especulado con que su regreso a Venezuela se debió a que se había cansado de su relación con Fanny, a quien obsequió un anillo al despedirse, pero cuyas cartas no recibieron contestación de su parte.
Durante su vida Bolívar tuvo muchos amores; Josefina Machado, llamada "Señora Pepa", fue una de las doce doncellas que lo coronó el 4 de agosto de 1813, luego de entrar triunfante en Caracas, al finalizar la Campaña Admirable, un amor que duró hasta 1820. También Bernardina Ibañes estuvo entre sus amores, una quinceañera que lo coronó en Bogota después de la batalla de Boyacá. Cada lugar y cada batalla le deparaban una nueva historia amorosa.
Pero sin dudas un hito fundamental en la vida pasional del libertador se produjo el mismo día de su llegada a Quito: el encuentro con la joven quiteña Manuela Saénz de Thorne.
Una mujer extrovertida, que no vaciló en desafiar las costumbres de época, abandonó a su marido, un médico inglés que la doblaba en edad con quien se había casado, después de vivir con él un tiempo en Lima, donde presenció la llegada de San Martín.
Pese a que el Libertador hacía hincapié -en una carta dirigida a su hermana mayor, María Antonieta-, en la inconveniencia de que las mujeres se metieran en asuntos políticos, Manuela Sáenz desempeñaría un rol fundamental siguiendo a Bolívar a Lima y luego a Bogotá. Ocho años estarían juntos y separados a la vez, su relación no fue solamente sentimental sino que Manuela se convirtió en su confidente y consejera política.
Bolívar murió en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830; al enterarse Manuela, que estaba en Bogotá, quiso llegar hasta allí, pero no lo logró. Sus enemigos se lanzaron contra ella y, tras detenerla en una cárcel, la echaron de Nueva Granada y partió al exilio para regresar más tarde, al ya por entonces, Ecuador.
2010, año de muchos Bicentenarios americanos, los hará reencontrar. El gobierno bolivariano de Venezuela, dirigido por el Presidente Hugo Chávez junto al Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa decidieron que los restos de Manuela Saénz debían reposar al lado de su amor, en Caracas, en el Panteón de Héroes de Venezuela, que guarda los restos del Libertador Simón Bolívar. El histórico reencuentro se produjo el día 5 de julio de 2010, día de la independencia venezolana.
El Libertador y la unidad continental
En Europa Bolívar comenzaría su despertar político y su ideario emancipador, sería importante el reencuentro con su maestro Simón Rodríguez en 1804. Ambos recorrieron diversas localidades de Europa y se familiarizaron con las ideas agitadas de la época. De regreso por Sudamérica emprendería el camino de la emancipación por la liberación de las colonias- “Esta lucha no puede ser parcial de ningún modo, porque en ella se cruzan intereses inmensos, esparcidos en todo el mundo”.
Luchará en las batallas de Carabobo, Boyacá, Junín, Ayacucho entre los innumerables frentes que pretendían la liberación y la igualdad de los pueblos. Si bien las batallas por la independencia tendrán momentos de victoria y retrocesos su ideal se mantuvo en todo momento.
La visión de Bolívar lejos de ser local tenía un carácter continental; soñaba con ver a una sola patria americana libre y unida en una federación de los andes. En este sentido tiene una gran importancia histórica la Constitución que redactó para Bolivia pues en su esencia guardaba el deseo de unificar a las sociedades hispanoamericanas, dejando de lado los egoísmos de los diversos grupos políticos y económicos locales para generar una interacción solidaria y participativa, capaz de hacer frente a las amenazas de las nuevas potencias deseosas del dominio económico y la influencia política; Pero los grupos dominantes gobernaban innumerables patrias americanas fragmentadas. Una de las formas de lograr la igualdad se daría a través de la reforma agraria, la única que haría libres a los campesinos y a los indios.
Será el 7 de Agosto de 1813 en su entrada a Caracas que Simón Bolívar recibe el nombre de “Libertador”, aclamado por el pueblo. Pero en su simpleza prefirió ser mencionado como “buen ciudadano” igualándose en su calidad de servidor de la Nación: “Yo quiero ser ciudadano para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador porque este emana de la guerra, aquel emana de la leyes”.
Durante su estancia en las antillas como consecuencia del avance y resistencia española en Venezuela, no solo busca recursos para continuar la lucha en su tierra, sino que sembraría el germen de sus ideales, por medio de la prensa y las cartas, medios en los que planteaba que la propaganda y la difusión de las ideas son necesarias para lograr la unidad, esta unidad se lograría superando las discordias, que en palabras del libertador tienen origen en dos fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad”.
El pensamiento educativo de Simón Bolívar
Si hay una idea que formó el eje de la vida de Bolívar y a la que se dedicó a los largo de su vida fue el de la educación. Concebía a la educación como el agente transformador dado a partir del quiebre con el viejo orden, generador de la independencia económica, el mejoramiento social y cultural para promover con las nuevas ideas un nuevo orden.
Sus pasos como estudiante junto a Simón Rodríguez cercano a las ideas de Rousseau, marcarían su apego a los ideales de libertad e igualdad. Fue un gran promotor de la escuela pública gratuita sostenía que “No puede haber libertad si hay ignorancia (…) un pueblo ciego es instrumento de su propia destrucción”.
Una de las propuestas que planteaba era la incorporación de las niñas en la enseñanza, ya que la prioridad la tenían los varones. Propuso que la educación para los niños fuese dada por un instructor y que su esposa en carácter de institutriz se encargue de la formación de las niñas. Esta medida favorecería la alfabetización básica de la población infantil.
Pero entendía que el proceso de enseñanza debía ser acompañado de libros por lo que fue un gran promotor de libros para las escuelas, acorde a los conocimientos científicos de esos tiempos. Los mismos debían prepararse para el campo y la ciudad y tendrían que incorporar los derechos y las obligaciones de los estudiantes. Planteaba a su vez la utilidad de cartillas para que los padres acompañen a los niños en sus casas.
Para Bolívar, el primer deber del gobierno es garantizar los medios para que los niños accedan a la educación y los padres comparten la obligación de enviarlos a la escuela hasta que aprendan las bases de leer y escribir.
Las ideas propuestas por Bolívar sobre educación se adelantaron a su época, ya que se detuvo en el análisis del qué estudiar, para qué; tenía clara la necesidad de la organización y planteó el origen de los que darían en llamarse ministerios de educación. La incorporación de un apartado sobre educación en las Constituciones latinoamericanas tendría su origen en la Carta Fundamental Bolivariana de 1819, que en su proyecto contenía la cámara de educación.
Las palabras del libertador sus ideas y sueños siguen vigentes en los hombres que pretenden una unión solidaria de los pueblos de latinoamericanos, posibilidad que permite el crecimiento, la libertad y una mayor equidad.
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