Un sueño que nació en Trujillo
Víctor Haya nació el 22 de febrero de 1895 en la ciudad costera de Trujillo en Perú; su hogar estaba conformado por su padre Raúl Edmundo Haya y Cárdenas, oriundo de Cajabamba de 32 años, y su madre, Zoila Victoria de la Torre y Urraca de Cárdenas Carrillo, una joven trujillana de 30 años.
Su padre no se encontraba atravesando uno de los mejores momentos de la economía familiar desde 1895, pero mantenía sus contactos sociales. Se desempeñó como contador, profesor y ejerció el cargo de diputado. A fines de ese mismo año trabajó como periodista junto con un conocido comerciante de la zona, con quien fundó el diario La Industria, en noviembre de 1985.
Los abuelos paternos de Víctor habían sido maestros de escuela y su madre Zoila era nieta de Don Jerónimo de la Torre y Gonzáles de Noriega, uno de los firmantes del Acta de la Independencia de Trujillo, aquel 24 de diciembre de 1820. La familia por lo tanto tendría la impronta heredad de clase media con costumbres y relaciones sociales aristocráticas.
La familia Haya de la Torre crecería con la llegada de sus hijos José Agustín, Zoila Victoria y Lucía, al mismo tiempo que la situación económica empeoraba, ya que el Perú de comienzos de Siglo XX se debatía entre una cada vez más rica clase alta y la desposesión de las clases medias bajas, los campesinos y los indígenas. Para 1900 Don Raúl y su socio tuvieron que vender el periódico La Industria. Otra de las actividades que no tuvo éxito fue una empresa dedicada a las impresiones. Viendo que la autogestión por aquellos tiempos no era un negocio prometedor, sumado a la muerte del suegro, Raúl buscó empleo como contador y lo halló junto a un rico hacendado azucarero.
El niño Víctor cursó la preparatoria antes de ingresar en el colegio de San Carlos obteniendo muy buenas calificaciones. De niño le gustaba recorrer los pueblos cercanos a Trujillo como Moche, Huanchaco y Salaverry. Solía visitar frecuentemente, entre los 6 y 8 años, a su tío Don Samuel Octavio Haya, que era cura de Moche. La oportunidad de salir de la comodidad de Trujillo (una ciudad compuesta por una población aristocrática y conservadora), le dio la posibilidad de relacionarse con otras realidades económicas menos favorecidas, con sus fiestas locales, creencias y costumbres.
Realizó sus estudios superiores en la Secundaria del colegio más prestigioso de Trujillo, el Seminario de San Carlos, institución que le aportó no sólo los conocimientos fundamentales para desarrollar el arte de la oratoria, sino la incursión en el mundo de las ideas políticas.
La impronta universitaria y la Bohemia
En 1913, Víctor ingresó en la Universidad de Trujillo con el fin de realizar la carrera de Derecho. Allí tomó contacto con lecturas y personajes comprometidos con la realidad social. La obra El Capital, de Carlos Marx y las ideas anarcosindicalistas de González Prada, generaron en él una mirada profunda sobre las desigualdades en su país.
En el 1915 participó en el grupo “Bohemia Trujillana”, junto con otros jóvenes universitarios, poetas y escritores interesados en el debate político. La “Bohemia Trujillana” realizaba encuentros de debate sobre las novedades en poesía y clásicos, también recitaban composiciones poéticas de su autoría. En otras ocasiones realizaban visitas a ruinas arqueológicas y bares históricos. Pronto, parte de los integrantes del grupo se vieron comprometidos con la realidad social de su entorno; Antenor Orrego Espinoza, uno de los miembros, participó en la defensa de los obreros del azúcar en las huelgas ferozmente reprimidas de 1918 y 1921.
Con el fin de continuar la carrera de leyes viajó a Lima matriculándose en la Facultad de Derecho, en la Universidad de San Marcos. Para poder sostener sus estudios superiores, si bien contaba con un pequeño capital de una herencia familiar, Víctor trabajó y practicó en el bufete de los doctores Eulogio y Eleodoro Romero. Durante sus años en la universidad transmitió sus ideas a los estudiantes tanto en las aulas como en los patios, realizó junto a sus pares una fuerte campaña para exigir la reforma universitaria.
Entre 1919 y 1920 se hizo cargo de la presidencia de la Federación de Estudiantes del Perú, que mostró sus frutos en el primer Congreso Nacional de Estudiantes en Cusco. Durante este encuentro se acordó impulsar las universidades populares, una de las grandes deudas latinoamericanas en materia de educación. Esta era una alternativa de educación superior para los jóvenes del Perú con deseos de continuar sus estudios. Se crearía así, gracias a la resistencia de muchos jóvenes, la Universidad Popular en Lima el 22 de enero de 1921.
El largo exilio
A medida que la participación y el compromiso social de Haya iban aumentando, crecía en los sectores conservadores un fuerte sentimiento de desconfianza y temor, ante este joven que se tornaba con sus ideas peligroso. Por ello, se ordenó su apresamiento el 2 de octubre de 1923. Por aquel entonces, se efectuaron las elecciones para ocupar los cargos directivos de la Federación de Estudiantes Universitarios y Haya de la Torre obtuvo nuevamente la victoria como presidente.
Con ese gran apoyo, Víctor empezó a presionar para que le dieran la libertad y se declaró en huelga de hambre, convirtiéndose en un grave problema político para el Presidente Augusto B. Leguía, quien encontró en el destierro un remedio para el conflicto. En octubre de 1923, Haya comenzó su largo viaje por distintas patrias americanas y luego por Europa.
Estuvo en Panamá, luego viajó a Cuba pero durante su estadía en México y tras la invitación del ministro mexicano de Educación José Vasconselos, Víctor se rodeó de numerosos intelectuales y figuras políticas reconocidas del proceso revolucionario. Allí propuso, el 7 de mayo de 1924, en la Federación de Estudiantes Mexicanos que se iniciara una campaña a fin de lograr la confraternidad e integración de todos los estudiantes y obreros del gran continente americano, ya que decía: “tienen objetivos comunes”. Anunciará así las bases de la alianza popular revolucionaria americana (APRA), cuyos fundamentos ideológicos principales se sustentan en el anti-imperialismo americano.
Tras su viaje por Estados Unidos, Rusia, Suiza, Italia, Francia e Inglaterra publicó su obra Por la emancipación de América Latina, escrito en el que narra los momentos de su exilio, y se pronuncia abiertamente antiyanqui y postula el establecimiento de la unidad indoamericana.
Estando en París, el 22 de enero de 1927 fundó la primera célula política del APRA e inició la unión de los estudiantes y los trabajadores manuales e intelectuales. En febrero de 1927 asistió al Primer Congreso Antiimperialista Mundial, realizado en Bruselas, donde propuso una lucha alternativa en contra del imperialismo. Ésta no era la que se estaba efectuando en Rusia y sus satélites y, por esta causa reconoció que la aplicación del modelo comunista en América no era posible desde los mismos parámetros ya que las diferencias estructurales de la población, la composición de las clases sociales y los grupos de poder no eran los mismos.
El Partido Aprista peruano y el sueño de una América Latina unida
El objetivo principal del APRA, tal como lo soñó y llevo adelante Víctor Haya de la Torre, era forjar una alianza política compuesta por todos aquellos sectores sociales que sufrieran como consecuencia de la explotación económica del imperialismo norteamericano. Según Haya en todos los países latinoamericanos se establecerían células apristas que se adherirían a su programa de cinco puntos generales: acción contra el imperialismo yanqui, unidad política de América Latina, nacionalización de las tierras y la industria, internacionalización del canal de Panamá, solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.
Con la creación de su partido y su militancia pretendió concientizar, a la sociedad peruana y al resto de los países hermanos, sobre el grave destino de la fragmentación y el dominio de los imperios extranjeros. En uno de sus discursos, pronunciado el 23 de agosto de 1931, manifestó: “(…) Perú no puede apartarse de los problemas de la América Latina, y que la América Latina no puede apartarse de los problemas del mundo”.
En sus bases, el APRA también consideraba a la educación como uno de los principios elementales para la liberación: “La Escuela única del Estado es, sin duda, una medida conducente a la formación de la conciencia nacional y a la formación de un buen concepto de la política y del trabajo en el país”.
A lo largo de su vida Víctor Haya debió soportar el exilio, la persecución y estuvo casi seis años en la embajada de Colombia y salió fuera del país sólo porque la Corte Internacional de la Haya, un organismo que preserva los derechos humanos, dio un fallo a su favor y contra el Estado peruano, el 7 de abril de 1954.
Se presentó como candidato en las elecciones presidenciales de 1963 pero no logró la victoria. Durante los años de dictadura militar en Perú viajó intensamente para fortalecer su partido. Para fines de la década del 70 Víctor Raúl resultó con la mayor cantidad de votos entre todos los postulantes al Congreso Constituyente, y asumió sus funciones con el cargo de Presidente de dicho Congreso, su actuación fue de reconocida conducta democrática.
Haya de la Torre enfermó y tuvo que ser reemplazado en la presidencia del Congreso Constituyente por el Dr. Luis Alberto Sánchez. Estando ya enfermo Víctor firmó la Constitución que terminaba de aprobar el Congreso y a los pocos días murió, el 2 de agosto de 1979.
El sueño de aquel hombre de Trujillo sigue vivo en cientos de espacios de debate, páginas web, blogs, diarios, revistas, y en la militancia de miles de hombres y mujeres que consideran importante la vigencia y difusión de APRA para fortalecer la justicia y el progreso de la patria.
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