Buenos Aires Provincia
Bernardo O´higgins Riquelme
Salvador Allende
Tounens
Luis Emilio Recabarren


El “huacho” Riquelme


Rosario “la querida”

“Chilenos: yo os juro morir o libertaros"

¡Quiera el cielo haceros felices...!



El “huacho” Riquelme

Ambrosio O'Higgins era un irlandés al servicio de la corona española. Cuando era gobernador de Chile se enamoró de Isabel Riquelme con quien tuvo a su hijo Bernardo en la ciudad de Chillán. No se casó con ella para no perturbar su carrera administrativa, por ende, no pudo reconocer a su hijo.

Isabel no volvió a verlo y al año se casó con Félix Rodríguez, unión de la cual nació Rosa O'Higgins Riquelme, porque adoptó el apellido de su medio hermano Bernardo. Isabel enviudó al poco tiempo.

En esa época nacer sin haber sido concebido dentro del matrimonio era una pesada marca de origen, la que siempre angustió a Bernardo y la que fue aprovechada por sus enemigos políticos para desprestigiarlo: lo llamaban “el huacho Riquelme”.

Los primeros cuatro años de existencia, Bernardo los pasó junto a su madre y luego, por orden paterna, fue llevado a la casa de Juan Albano Pereira, encargado de continuar con su crianza hasta los diez años. En ese tiempo tuvo algunos encuentros con su padre.

De regreso al hogar materno, inició sus primeros estudios en el Colegio de los Padres Franciscanos; los continuó en Lima y luego en 1795 fue enviado a Europa. Estudió en la Academia Católica de Richmond en Inglaterra. Trató de profundizar la relación con su padre mediante correspondencia. En una carta le informaba: “Amantísimo padre de mi alma [...] me voy a incorporar a una Academia militar de navegación [...] para aprender esta carrera, como a la que más me inclino [...]”. Las cartas nunca fueron respondidas, tampoco pudo ingresar en la academia.

Terminado sus estudios, se integró al ejército español, allí conoció al teniente José de San Martín. En Inglaterra, se relacionó con Francisco de Miranda, compartió lecturas, charlas y la idea libertar a la patria común.

Un año después de la muerte de su padre, regresó a Chile (1802). Había heredado casa en Santiago, hacienda en San José de las Canteras y el apellido O’higgins.

Su madre, Isabel, y su hermana, Rosa, a fueron sus compañeras. Durante el proceso revolucionario se desplazaron con el ejército hacia el sur a pesar de los peligros; vivieron en el Palacio de Gobierno cuando fue Director; se escribían cuando se producía un temporario alejamiento.

Partió al exilio peruano, acompañado por Isabel y Rosa.

Rosario “la querida”

Cuando estudiaba en Richmond hacia 1798, habitaba la casa de Mr. Eels junto a estudiantes de varias nacionalidades. Allí conoció a Charlotte Eels, una jovencita inglesa que fue su primer amor. Intercambiaron sueños, se prometieron amor eterno pero el destino los separó, aunque él no pudo olvidarla.

Rosario Puga había cumplido con el casamiento arreglado por el padre que era habitual por entonces. Su esposo la despreciaba porque los hijos que concebía nacían muertos. Obsesionado por la descendencia, mantuvo relaciones con las criadas y llevó a su casa los niños nacidos de esas aventuras para que Rosario hiciera de madre. Esto llevó a la separación. Esa actitud en una mujer era bochornosa e inaceptable.

En 1817, Bernardo y Rosario se conocieron. Ella era hija de uno de sus lugartenientes. Mantuvieron una apasionada historia de amor y engendraron a Pedro Demetrio. La historia se repetía, ya que al no estar casados, el niño no pudo llevar el apellido paterno y adoptó el del sacerdote Jara que lo bautizó.

Rosario fue compañera de Bernardo en su mejor momento político. Estaba enamorada pero la angustiaba ser “la querida” y no la esposa legal; que no le dedicara tiempo suficiente; la desesperaba que su hijo fuera otro “huacho” y la injerencia que tenía doña Isabel en la vida de Bernardo. Esas situaciones los llevaron a la separación. O´Higgins partió al exilio peruano en 1823, acompañado por su hijo, que quedó separado para siempre de su madre.

En Perú, mantuvo en secreto su paternidad y las veces que se mostraba en público con Pedro, lo presentaba como su ahijado. Bernardo se ofuscaba cuando se enteraba que le decían “huacho”, pero estaba repitiendo la misma situación con su hijo. Para resarcirse con él, dejó establecido en su testamento que era su padre y le legaba su apellido.

Luego de la muerte de Bernardo, Rosario investigó el paradero de su hijo con quien inició un apasionado intercambio epistolar. En una de sus cartas (junio de 1847) ella le dice emocionada que ha recibido un retrato suyo y que sus ojos brillaban de placer al mirarlo; le hablaba como si nunca se hubieran separado, tratando de recuperar el tiempo perdido por vía epistolar.

“Chilenos: yo os juro morir o libertaros"

El 18 de septiembre de 1818, los vecinos de Santiago de Chile conformaron la Primera Junta de Gobierno. Adoptaron medidas referidas a la libertad de comercio y organizaron un Congreso General que tuvo dos tendencias: una pretendía la independencia de España y la instauración de una república; otra, no romper drásticamente con la herencia colonial. Las diferencias se resolvieron mediante un golpe de Estado encabezado por José Miguel Carrera, quien llevó a cabo profundas modificaciones: la abolición de la esclavitud, la publicidad de los actos de gobierno, la creación de símbolos patrios, la libertades civiles, entre otras.

Los patriotas tuvieron que concentrarse en repeler las fuerzas españolas. Las fuerzas independentistas sufrieron derrotas, Carrera fue depuesto y designado Bernardo O´Higgins en su reemplazo, iniciando una larga disputa entre ambos.

Algunos chilenos, evaluando la debilidad militar patriota, optaron por negociar con los realistas para firmar el acuerdo de Lircay por el que se reconocía el poder de Fernando VII. El virrey del Perú no aceptó el acuerdo y reforzó el envió de tropas que vencieron a los patriotas en Rancagua (octubre 1814). Chile volvió a manos de los españoles.

Los vencidos buscaron refugio y tiempo para rearmarse cruzando la frontera. José de San Martín era gobernador de Cuyo y estudiaba la posibilidad de cruzar los Andes para iniciar la campaña libertadora. O´Higgins entendía la importancia de la unión: “[...] el enemigo común, deseando aprovecharse de la desunión en que ha fundado sus esperanzas para restablecer el despotismo, acecha con vigilancia momentos en que lograr sus depravadas maquinaciones”.

Soldados chilenos liderados por O´Higgins se incorporaron al ejército que se preparó durante los años 1816 y 1817. Dieciocho largos días de marcha pusieron a O´Higgins y sus soldados en tierra natal. Apenas cruzaron se enfrentaron con el enemigo en Chacabuco. Vencieron, recuperaron Chile y sellaron su independencia. En proclama a los chilenos, Bernardo decía: “Renazca entre vosotros el sagrado fuego de la libertad. [...] Nuestros mismos trabajos nos han enseñado a ser libres y sostener este precioso don. Corred hacia nosotros a participar de la gloria de vuestros hermanos. Chilenos: yo os juro morir o libertaros".


¡Quiera el cielo haceros felices...!


O´Higgins fue nombrado Director Supremo y Capitán General de Chile por el período 1817-1823.
Se manifestó en contra de la forma de gobierno monárquica y se definió como “[...] un republicano desprendido de toda pasión y partido, que arde sólo en el santo entusiasmo de la libertad de la patria, en cuyo obsequio ha jurado sacrificar su vida”.

A quienes apoyaron a los realistas se confiscaron bienes y se inhabilitó para el ejercicio de cargos públicos. Se abolieron los títulos de nobleza, decisión que generó resquemor en la aristocracia chilena convencida de que reemplazaría la autoridad colonial. Además, no deseaban órdenes de un provinciano “huacho”.

Entre los patriotas hubo disidencias. El carrerista Manuel Rodríguez no se sometió a la autoridad del Director. Éste quizo desterrarlo, pero Rodríguez pudo escaparse.

O´Higgins enfrentó militarmente focos de resistencia en el sur. Tomó contacto con diferentes poblaciones y trató de resolver sus problemas. La campaña se extendió más de lo previsto, los problemas se intensificaron. Reaparecieron en escena Rodríguez y los hermanos Carrera para brindar ayuda pero O´Higgins la rechazó.

No podía estar en el campo de batalla y ocuparse de los problemas internos. Le ofreció el gobierno de Chile a San Martín pero no aceptó.

Se propuso modificar su política por una más centralizada y dura. Escribió a San Martín: “[...] este pueblo requiere palo ciego; es muy revolucionario, pero luego que suena el chicote no hay quien chiste”. Las disensiones internas culminaron con la muerte de los hermanos Carrera; represalias hacia sus familiares; la convocatoria de un Congreso General y la sanción de una Constitución. Las diferencias por la forma de gobierno continuaban, escribió a Gaspar Marín: “[...] si los creadores de la revolución se propusieron hacer libre y feliz a su suelo y esto solo se logra bajo un Gobierno republicano y no por la variación de dinastías distantes, preciso es que huyamos de aquellos fríos calculadores que apetecen el monarquismo. ¡Cuán difícil es, mi amigo, desarraigar hábitos envejecidos!”.

Para evitar una guerra civil renunció en 1823. En la despedida dijo que ya no eran útiles a la patria sus servicios y deseaba: “¡Quiera el cielo haceros felices...!”

Durante el último tiempo del exilio peruano, cuando su salud lo abandonaba se entregó por completo a la religión y se incorporó a la Tercera Orden Franciscana para gozar del privilegio de enterrarse con los hábitos de la orden. Falleció el 23 de octubre de 1842.