Buenos Aires Provincia
José Rodriguez de Francia y Velazco


Rasgos de su vida


“El Paraguay es independiente y es república”

El enclaustramiento paraguayo

El Dr. Francia según sus contemporáneos


Rasgos de su vida

José Gaspar Rodríguez de Francia, nació en Yaguarón, el 6 de enero de 1758. Su madre, doña María Josefa Fabiana Velazco y Yegros y su padre, José Engracia García Rodríguez Francia, pertenecían a familias pudientes de la región, dedicadas a la producción de tabaco y al servicio de las armas.

Inició sus estudios en el convento de San Francisco de esa ciudad y luego se trasladó a Córdoba del Tucumán a continuar su escolaridad en el Colegio de Monserrat. Por entonces, circulaban en América las ideas de los enciclopedistas, en especial, El contrato social de Rousseau. Él, junto a su compañero de estudios, Juan José Castelli, comulgaron con estas ideas y participaron de la Sociedad Patriótica de Buenos Aires; organización que contribuyó en el proceso revolucionario. Francia se graduó como doctor en teología y filosofía en 1785.

Al año siguiente regresó a Asunción, donde se desempeñó como profesor de teología en el Real Colegio Seminario de San Carlos. La defensa de las ideas liberales lo enfrentó al vicario del colegio, quien decidió expulsarlo de la institución.

En 1808, el Cabildo de Asunción lo nombró Alcalde Ordinario de Primer Voto. En 1809 el Cabildo de Asunción lo eligió como diputado ante las cortes españolas, representación que no puedo concretarse debido a los acontecimientos europeos.

Se dedicó además, al estudio del derecho y a la práctica de la profesión de abogado. Defendió especialmente a los desvalidos, con quienes colaboró en el resguardo de sus derechos. Un viajero y comerciante inglés, John Robertson Parish, dijo: “Era todo humildad y condescendencia para con los inferiores, y todo altivez para con las clases superiores”.

Robertson describió el aspecto físico de Francia: “moreno, de ojos negros muy penetrantes, su umbrosa cabellera que peinaba hacia atrás descubría su amplia frente para desvanecerse en naturales ondas sobre sus hombros, le daba un aire de dignidad que atraía la atención”.

José Gaspar nunca se casó. Aunque según algunos historiadores, realizó por largo tiempo, frecuentes visitas a una dama, cuyo nombre se desconoce. Quienes lo conocieron cuentan que mantuvo una vida sobria, sin excesos en el vestir, en el comer. Tampoco acrecentó su fortuna, de hecho, sólo aceptó la tercera parte del salario que el congreso le había fijado diciendo que: “[…] más dinero necesita el Estado que el dictador”.

Falleció en Asunción el 20 de diciembre de 1840. Luego de su muerte, sus bienes pasaron a dominio del Estado, en cumplimiento de una ley que él mismo Dr. Francia había promulgado.


“El Paraguay es independiente y es república”.

El Paraguay, territorio perteneciente al Virreinato del Río de la Plata, había sufrido –al igual que otras regiones- las consecuencias económicas de la existencia del puerto único de Buenos Aires. Las principales producciones de la región eran el tabaco, la yerba mate y los cueros. El antagonismo con los porteños fue uno de los motivos que provocó que algunos paraguayos se negaran, en mayo de 1810, a acatar la autoridad de la Junta de Buenos Aires. Consideraron que a pesar de los cambios de gobierno, no se habían derogado las trabas e impuestos que afectaban al comercio del Paraguay, muchos hacendados decidieron continuar apoyando al gobernador español.

Ante estas circunstancias, Francia lideró el sector más radical de la sociedad paraguaya. En el cabildo abierto del 24 de julio de 1810, rompiendo la uniformidad de los discursos monárquicos, el doctor Francia, refiriéndose a los reyes de España, expresó: “Los dos han demostrado su débil espíritu y desleal corazón. Más sea o no rey de España el uno o el otro, ¿qué nos importa a nosotros? Ninguno de ellos es ya rey del Paraguay. El Paraguay no es patrimonio de España, ni provincia de Buenos Aires. El Paraguay es Independiente y es República. La única cuestión que debe discutirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es cómo debemos defender y mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra el Brasil; cómo debemos mantener la paz interna; cómo debemos fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del Paraguay".

Esas ideas se transformaron en el programa político de los partidarios de la independencia, intérpretes del modo de pensar y de sentir de la naciente burguesía y del campesinado. Pero esa propuesta fue desestimada por los hacendados, quienes decidieron continuar bajo el mando de Fernando VII, crear un comando militar en Asunción y mantener buenas relaciones con la Junta de Buenos Aires.

La Junta de Buenos Aires dispuso como represalia incomunicar por vía fluvial al Paraguay y enviar una expedición militar. Esa fuerza estuvo a las órdenes de Manuel Belgrano.

Aunque las milicias del gobernador español Velazco obtuvieron algunas victorias, Belgrano venció con el fervor de la propuesta revolucionaria. Logró convencer a algunos comandantes criollos –Yegros, Cabañas- de la conveniencia de incorporarse al movimiento revolucionario y les prometió que Buenos Aires mejoraría las condiciones comerciales con el Paraguay.

La actitud de Belgrano alentó al grupo independentista, el que se comprometió a asestar un golpe a las autoridades coloniales, en favor del movimiento de Mayo. Fulgencio Yegros y Pedro Caballero fueron los cabecillas de la sublevación que depuso al gobernador español el 15 de mayo de 1811. En su reemplazo se conformó un Triunvirato que modificó la composición del cabildo, incluyendo la representación de pequeños propietarios (chacareros) y campesinos. Luego, se convocaron delegados de los distintos puntos del Paraguay a conformar un Congreso General. Por decisión de sus integrantes se organizó una Junta de gobierno integrada por  Fulgencio Yegros como presidente, Pedro Caballero, Fray Francisco Javier Bogarín, Fernando de la Mora y el doctor Francia como vocales. Además, se estableció la libertad de comercio y se propuso un acuerdo con Buenos Aires, siempre y cuando, no perjudicara los intereses económicos del Paraguay.


El enclaustramiento paraguayo

Declarada la independencia del Paraguay, el 15 de mayo de 1811, el congreso dictó una carta magna republicana y aprobó sus símbolos nacionales. El poder ejecutivo se conformó con dos cónsules, elegidos anualmente. El Dr. Francia y el comandante Yegros fueron los primeros cónsules de la república.

Siendo cónsul en 1813, Rodríguez de Francia se negó al envío de diputados paraguayos a la Asamblea General Constituyente reunida en Buenos Aires, considerando que, aceptar, implicaría mancillar la nacionalidad, enviando diputados "a un Congreso de las Provincias de otro gobierno".

En 1814 la Asamblea Nacional decidió transformar el poder ejecutivo colegiado en unipersonal. El representante del ejecutivo desempeñaría el cargo de dictador temporal, con una duración de cuatro años en su mandato. El Dr. Francia fue designado primer dictador.

La dictadura era una institución romana, una magistratura extraordinaria que se otorgaba a una persona -en casos de emergencia- una autoridad suprema con el fin de que pudiera tomar las medidas necesarias que posibilitaran la resolución de las problemáticas que le dieron origen. Se trataba, de una suspensión del orden republicano para protección del mismo, suspensión que, en el fondo, implicaba un profundo respeto a ese orden.

Desde 1816 los diputados reunidos en el congreso paraguayo propusieron y aceptaron que la dictadura fuera perpetua, Francia gobernó hasta su muerte en 1840. Durante ese tiempo se inauguró la primera fábrica de cal del Paraguay que posibilitó la concreción de importantes obras: se levantaron “casas sólidas”; hospitales; una cadena de fortalezas contra la amenaza de Buenos Aires, los malones mocovíes y tobas y los portugueses; decenas de edificios nuevos y se reconstruyeron otros existentes.

Además, se realizaron obras públicas tendientes a dotar a la ciudad de Asunción de una mejor distribución edilicia, evitar inundaciones, se empedraron y pavimentaron muchas de sus calles. Se construyeron caminos internos -que posibilitaron la instalación de nuevas poblaciones- y escuelas de primeras letras en todo el territorio paraguayo, atendidas por maestros pagos por el Estado. La enseñanza primaria fue obligatoria, niños y jóvenes contaron con ropa, cartillas y materiales para realizar sus estudios. Se fundó la primera Biblioteca Pública.

Los paraguayos también se prepararon para enfrentar posibles conflictos armados externos y por ello, crearon batallones de granaderos; manufacturas de salitre, pólvora y balas; de cureñas para artillería; lanchas cañoneras y buques de guerra.

El Dr. Francia, era el representante de la incipiente pequeña burguesía rural, cuyo principal aliado fue el sector de artesanos y peones agrícolas. Para defender los intereses de estos sectores ante la competencia de las manufacturas británicas baratas que llegaban por el puerto de Buenos Aires y luego por los ríos Paraná y Uruguay hasta Asunción, por un lado y, para garantizar la soberanía e independencia en virtud de los múltiples peligros externos, por el otro, determinó el cierre de las fronteras. Sólo se autorizó algún intercambio con el exterior por los puertos de Itapúa, Pilar y Concepción.

En materia económica, se desarrolló la agricultura y la industria, logrando con ello el autoabastecimiento de la población; se alentó el desarrollo de producciones manufacturadas, se prohibió la extracción de oro y plata del país; se repartieron tierras entre los campesinos y se organizaron las llamadas estancias de la Patria; se cobraron altos impuestos a los productos importados; las exportaciones crecieron exponencialmente.  

Durante el enclaustramiento, los paraguayos pudieron generar un desarrollo autónomo, que redundó en un mejoramiento de la calidad de vida de la población, sobre todo, los sectores populares, cuyas necesidades vitales -al igual que su participación política- no había sido tenida en cuenta hasta entonces.


El Dr. Francia según sus contemporáneos

“Tuvo la condescendencia de mostrarnos su biblioteca. Era pequeña a la verdad, pero la única, por decirlo así, que existía en el Paraguay. Al lado de los mejores autores españoles, estaban allí las obras de Voltaire, Rousseau, Raynal, Rollin, Laplace y otras que se había procurado desde la revolución.
Poseía también algunos instrumentos de matemáticas, globos, cartas geográficas, y entre otras, una del Paraguay, la más exacta que existe de aquel país, levantada por don Félix de Azara y regalada al Cabildo de Asunción […]”.

Fuente: Rengger, Juan Rodolfo y  Longchamps, Marcelino (*): Ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay y el gobierno dictatorio del Doctor Francia, Imprenta de Moreau, París, 1828, p. 60-61

(*) Médicos naturalistas suizos llegados al Paraguay en la segunda década del siglo XIX para dedicarse a su profesión. 

“Excelentísimo Señor:
La suprema benignidad con que Vuestra Excelencia se ha dignado comunicarme la muy justa y conveniente determinación de mi destino y residencia, que tan gustosamente he aceptado, ha animado así mismo mi confianza para creer [que] me sería debido y necesaria en esta ocasión dar a Vuestra Excelencia, una insinuación de los deberes de gratitud que en medio de tan crecidos favores con que me veo colmado, estrechan mi voluntad al supremo generoso cariño de V.E. cuyo conocimiento me ha erigido ya muchas veces, a fuerza de convencido de las multiplicadas finezas de V.E. a darle una señal de mi fiel reconocimiento”.

José Gervasio Artigas (*), escribió al Dr. Francia desde el convento mercedario de Asunción, el 27 de diciembre de 1820.

(*) José Gervasio Artigas,  pasó su exilio en Curuguaty, remoto pueblo de negros. Francia le asignó por varios años el pago de un sueldo equivalente al de capitán, puesto que Artigas había alcanzado en los ejércitos de España. Allí, Artigas, se dedicó a la agricultura y vivió hasta sus últimos días. 

>Fuente: Vázquez, José A.: El doctor Francia visto y oído por sus contemporáneos, Buenos Aires, Eudeba, p. 209.

“Por las mismas exageradas descripciones de Miste Robertson consta que el Dictador Francia tenía gran popularidad entre sus compatriotas.
El Doctor Francia en la época que designa Mister Robertson, era la persona más respetable del Paraguay por sus virtudes cívicas, por su talento y vasta instrucción.
El Dictador Francia cuando empezó a ejercer su autoridad ilimitada, teniendo la opinión del Paraguay pronunciada a su favor, mantuvo a todos gozando de una vida pacífica y de bienestar.
Enseñó en sus documentos públicos, y en sus conversaciones que familiarmente mantenía con todas las clases del pueblo –y que mantuvo hasta que dejó de existir- que era necesario levantar una barrera entre la América y la ambición europea.
El Dictador Francia inspiró al paraguayo el más íntimo amor a la Patria, la abnegación más completa en su servicio, el respeto más profundo a los intereses y propiedades del Estado.
Y él mismo dio ejemplo de estas virtudes”.

Fuente: La Gaceta Mercantil (*), 22 de julio de 1846 en Vázquez, José A.: El doctor Francia visto y oído por sus contemporáneos, Buenos Aires, Eudeba, p. 372.

(*) La Gaceta Mercantil, periódico porteño aparecido en 1823 y editado hasta 1852.

“Cuando el pueblo lo supo [la muerte del Dr. Francia] la agitación que se sintió fue extraordinaria y sobrepasa toda descripción.
El pueblo acudía atropelladamente al Palacio haciendo las mayores demostraciones de sentimiento.
El bajo pueblo –según la expresión de Estigarribia, y la de los presos de quienes tenemos esos datos- se entregaban al llanto y la desesperación.
Había personas que en medio de su llanto se arrancaban los cabellos con palabras de profundo dolor.
Grupos de treinta y cuarenta personas invadían los corredores del palacio [de gobierno] llorando al supremo Dictador”.

Fuente: Navarro, Ramón Gil: Veinte años en un calabozo o sea la desgraciada historia de veinte y tantos argentinos muertos o envejecidos en los calabozos del Paraguay, Rosario, 1863, p. 32.

(*) Ramón Gil Navarro, periodista y político argentino, participó del proceso de la Organización Nacional. En 1863 escribió un folleto acerca del Dr. Francia, basándose en el relato de argentinos que se encontraban presos en Asunción en ocasión de la muerte del Dictador.