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Río de la Plata

¿Qué pasaba en el Río de la Plata?

Entre 1810 y 1813, se produjeron tentativas infructuosas para organizar el nuevo Estado: la Primera Junta, la Junta Grande, el Primer y Segundo Triunvirato. Si bien no lograron su cometido, dejaron un sedimento de experiencia para ser aprovechado. Los integrantes del Segundo Triunvirato consideraron que Fernando VII no podría mantener sus dominios coloniales, a pesar del largo cautiverio, y convocaron a una Asamblea Constituyente que inició sus sesiones en Buenos Aires el 31 de enero de 1813 y que actuó como poder legislativo y constituyente.

Cuando los miembros de la Asamblea comenzaron a sesionar, aún no se habían incorporado los diputados de la Banda Oriental. Este territorio se hallaba bajo la influencia de José Gervasio Artigas, quien reunió a los orientales en un Congreso en las proximidades de Montevideo —Congreso de Peñarol— donde se acordó reconocer la autoridad de la Asamblea y aceptar la Constitución que se sancionara bajo ciertas condiciones. Se enviaron cinco diputados con estrictas indicaciones.

Instrucciones a los diputados orientales

A mediados de 1813, los diputados de la Banda Oriental fueron rechazados de la Asamblea del Año XIII por los miembros alvearistas –seguidores de Carlos María de Alvear- debido a que con sus instrucciones –declaración de independencia y constitución- se sumarían a la facción encabezada por José de San Martín que coincidía con la propuesta de Artigas, lo que hubiera variado el rumbo de las deliberaciones de la Asamblea.

El grupo alvearista quería primero, afirmar la situación externa y, luego, resolver las cuestiones del orden interno. En consecuencia, enviaron a Bernardino Rivadavia y a Manuel Belgrano en misiones diplomáticas a Europa y a Manuel García, a Río de Janeiro.

El Directorio, gobierno unipersonal

Los acontecimientos europeos anunciaban el retorno del monarca Fernando VII al trono peninsular, después de las derro­tas sufridas por Napoleón en sus campañas. Era evidente que el monarca restaurado no tardaría en enviar una expedición armada hacia el Río de la Plata para sofocar la revolución con ayuda de los realistas de Montevideo.

La situación externa, unida a las derrotas sufridos por el ejército patriota en Vilcapugio y Ayohuma (1 de octubre y 26 de noviembre de 1813) y las discrepancias internas, sobre todo la posición federalista de Artigas que pretendía desplazar a Buenos Aires del centro de la organización, determinaron que se llevara a la práctica la concentración del gobierno en una sola persona, anhelo que, desde tiempo atrás, sostenían los alvearistas con el apoyo del privilegiado sector bonaerense.

Los miembros de la Asamblea el 26 de enero de 1814 crearon el Directorio Supremo del Río de la Plata y eligieron para ese cargo a Gervasio Antonio de Posadas, tío de Alvear. El Director Supremo duraba dos años en sus funciones (a partir de mayo de 1815 sólo duraría un año) y de acuerdo con lo dispuesto por la ley de su creación, contaría con el asesoramiento de un Consejo de Estado.

Además, el Director Supremo era el jefe de las fuerzas armadas, con amplias facultades ejecutivas: cumpli­miento de decretos, cuidados de la seguridad interior y de la defensa exterior, relaciones internacionales, entre otras. Sin embargo, debía dar cuenta ante la Asamblea de las declaraciones de guerra y tratados de paz o de comercio.

En los primeros días de marzo de 1815, José Gervasio Artigas, protector de las provincias del litoral y Córdoba, y defensor del sistema federal proclamado en el Congreso de abril de 1813, marchaba al frente de un poderoso ejército contra el director Alvear, su enemigo declarado. El 24 de marzo, Artigas entraba en Santa Fe, donde depuso al gobernador impuesto por el Directorio, sustituyéndolo con una persona de su confianza.

Alvear fue designado para suplantar en el ejército del Norte a Rondeau, pero antes de hacerse cargo, los jefes y oficiales promovieron una sublevación, que lo hizo retroceder hacia Buenos Aires. Este hecho, sumado a los conflictos con el jefe oriental, provocaron la renuncia de Posadas.

La Asamblea aceptó la renuncia de Posadas y nombró como Director Supremo a Carlos María de Alvear, quien asumió el gobierno en circunstancias difíciles: el re­torno de Fernando VII al trono español, la sublevación del Ejército del Norte, el artiguismo y la opinión pública enconada y recelosa de Buenos Aires.

Apoyado por la Logia Lautaro, el nuevo gobernante pretendió consolidarse en el mando a través de una acción enérgica y vigorosa, que sólo sirvió para precipitar su caída.

El gobierno trató de subordinarse al extranjero en la búsqueda de soluciones ante la crítica situación por la que atravesaba. De esta manera, llegó a enviar al comisionado Manuel García para ofrecer el territorio de las Provincias Unidas como protectorado a Inglaterra.

Alvear decretó la incorporación forzosa de los ciudadanos a las filas del ejército, impuso tributos extraordinarios y embargó bienes pertenecientes a los eclesiásticos. En esa época, se instituyó la "papeleta de conchavo", que permitía la incorporación del gaucho a la producción, aunque en condición de servidumbre.

El ejército del Perú negó obediencia al Director. San Martín, desde Mendoza, apoyó esa actitud hostil. Artigas había consolidado su situación acordando con Entre Ríos y con Corrientes declararse provincias confederadas, ejemplo seguido por Santa Fe y luego, por Córdoba. El Director Supremo inició negociaciones con Artigas para llegar a un arreglo en base al reconocimiento de la independencia de la Banda Oriental, a cambio de que el caudillo retirara sus fuerzas del litoral. Las gestiones fracasaron por negativa de Artigas.

El caudillo entrerriano Hereñu se dirigió hacia Buenos Aires. Alvear designó a Alvarez Thomas para que saliera a batirlo, pero al llegar a Fontezuela, en abril de 1815, éste se sublevó al frente de sus tropas, pactó con Artigas y le solicitó colaboración para operar en común contra Buenos Aires.

Por designación de Posadas, San Martín ocupaba el cargo de Gobernador Intendente de Cuyo. Sin embargo, enterado del cambio producido en el gobierno de Bue­nos Aires, presentó su renuncia, que fue aceptada por Alvear. El cabildo abierto reunido en Mendoza rechazó la medida y confirmó a San Martín en el cargo, a pesar de que a los gobernadores intendentes sólo los nombraba el Director Supremo.

A la seguidilla de negativas de reconocimientos de la autoridad del Director Supremo, se sumó el Cabildo de Buenos Aires. Ante la adversa situación, Alvear debió renunciar.

Rondeau fue elegido Director Provisional, pero hallándose al frente del ejército del Norte, se nombró a Ignacio Álvarez Thomas como Director Suplente. El Cabildo de Buenos Aires decidió organizar una Junta de Observación con la finalidad de dictar un estatuto para delimitar las facultades del Director Supremo y convocar a un Congreso General.

El Estatuto Provisional aprobado el 5 de mayo de 1815, enumeraba los seis derechos que le competían a todos los habitantes: vida, honra, libertad, igualdad, propiedad y seguridad; reconocía como ciudadanos a todos los hombres libres nacidos y residentes en el territorio del Estado, y a cada ciudadano, como miembro de la Soberanía del Pueblo.

El poder ejecutivo sería desempeñado por el Director Supremo que duraría un año en sus funciones. El poder legislativo, representado por la Junta de Observación, tendría control sobre el Ejecutivo. El poder judicial estaría representado por las Cámaras de Apelaciones y los Juzgados Inferiores.

Entre las facultades reconocidas al Director Supremo estaba la de convocar al Congreso de Tucumán. Decía así:

“SECCIÓN TERCERA DEL PODER EJECUTIVO, Capítulo I, De la elección y facultades del Director del Estado.
XXX° - Luego que se posesione del mando, invitará con particular esmero y eficacia a todas las Ciudades y Villas de las Provincias Interiores para el pronto nombramiento de Diputados, que hayan de formar la Constitución, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán para que allí acuerden el lugar en que hayan de continuar sus sesiones, dejando al arbitrio de los Pueblos, el señalamiento de Viático y sueldo a sus respectivos representantes.”

En Sampay, Arturo Enrique. Las constituciones de la Argentina (1810-1972), Buenos Aires: Eudeba, 1975, p. 211 a 232.

Los diputados destinados al Congreso de Tucumán debían elegirse en elecciones populares, según lo estipulaba el Reglamento Provisorio de 1815 (Sección Quinta, De las elecciones articulares y forma de ella, Capítulo I y Capítulo II). La población decidiría a un elector que se integraría a una Asamblea Electoral en la que finalmente se decidiría quiénes representarían a esa provincia. La cantidad de diputados se establecería en proporción a la población (uno cada 15.000 personas aproximadamente). Los padrones se confeccionarían a partir de un censo de población.     

La Banda Oriental

Las ideas federales se vieron impulsadas por la circulación de los textos norteamericanos a través de los barcos que anclaban en costas rioplatenses.
Muchos adhirieron a esas ideas, pero para llevarlas adelante fue necesario, luchar contra el centralismo de Buenos Aires.

La Liga Federal fue la culminación del pensamiento político del general don José Artigas en lo que tenía que ver con la organización y funcionamiento de la Confederación.

La Liga se mantuvo vigente hasta el año 1820, mientras Artigas la comandó. El proceso de la conformación de la Liga Federal se puede dividir en varias etapas:

  1. Expulsión de los gobernantes centralistas  
  2. Formación de un Congreso Provincial
  3. Declaración de la Independencia de Buenos Aires bajo el Protectorado del general Artigas
  4. Formación de la Liga a través de los pactos entre las provincias independiente

A partir de la intervención de Buenos Aires en el territorio de Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, los gobernantes de cada una de ellas fueron acrecentando su encono hacia el gobierno y los intereses de Buenos Aires, acercándose a la postura federalista de Artigas y solicitando sus auxilios para liberarse de los porteños. 

“Si mis pensamientos hubieran sido menos delicados yo me averzaría de haberlos concebido pero adorador eterno de la soberanía de los pueblos, sólo me he valido de la obediencia con que me han honrado para ordenarles que sean Libres. Yo lo único que hago es auxiliarlos como a amigos y hermanos pero ellos solos son los que tienen el derecho de darse la forma que gusten y organizarse como les agrade y bajo su establecimiento formalizarán a consecuencia su preciosa Liga entre sí mismos y con nosotros declarándome yo su protector.”

José Artigas a Juan Bautista Méndez. 29 de marzo de 1814.

En Elhordoy, Angel. Historia Nacional (1811-1828), Montevideo: 1980, p. 130.

En marzo de 1814, se liberó  Entre Ríos; en abril de 1814, Corrientes; en marzo de 1815, Santa Fe y Córdoba y en abril de 1815, Montevideo. Una vez que las fuerzas porteñas fueron vencidas, en cada provincia fue designado un gobernador adepto a la causa federalista, se izó la bandera tricolor (celeste y blanca atravesada diagonalmente por una franja roja) y se declaró la independencia de Buenos Aires, quedando esos territorios bajo el Protectorado de Artigas.



En mayo de 1815, el director interino Álvarez Thomas decidió enviar al doctor Francisco Bruno de Rivarola y al coronel Blas Pico para terminar con las diferencias entre Artigas y Buenos Aires, así como para defenderse de la expedición esperada. A mediados de junio, se entrevistaron con Artigas, pero las instrucciones que llevaban, eran para mantener la política centralista.

El caudillo oriental respondió con catorce puntos que reiteraban una vez más cuál era el sistema que aceptarían:

Tratado de Concordia entre el ciudadano Jefe de los Orientales y el Gobierno de Buenos Aires.


Ante el fracaso de la misión bonaerense, Artigas apuró la reunión del Congreso de Oriente, que tuvo lugar en Concepción del Uruguay. En él, estuvieron representados los pueblos del Protectorado y se decidió enviar a Buenos Aires cuatro diputados que representaran a la Liga Federal para tratar de alcanzar un acuerdo con aquel gobierno. Así lo anunciaba Artigas al Cabildo de Montevideo:

 

“Conducido siempre por la prudencia y ansioso de la concordia general, llamé a los pueblos por medio de sus diputados para formalizar cualquier medida competente a su ulterior felicidad. No pudimos acordar con los diputados de Buenos Aires los principios que debían fijarla, en cuya virtud se retiraron sin haber concluido el ajuste preciso.
Creyendo que lo importante del asunto debía sujetarse al escrutinio de la expresión general convoqué a un Congreso de todos los diputados, que hasta aquella fecha se habían reunido tanto de la Banda Oriental, como de los demás pueblos que tengo el honor de proteger.
Ya reunidos en esta Villa de la Concepción del Uruguay en 23 del corriente expuse lo urgente de las circunstancias para no dejar en problema estos resultados. Califiqué las proposiciones que por ambas partes se habían propuesto. Su conveniencia por disonancia en todas y cada una de sus partes y después de muchas reflexiones resolvió tan respetable corporación marchasen nuevamente ante el Gobierno de Buenos Aires cuatro diputados, que a nombre de este congreso general representasen la uniformidad en sus intereses y la seguridad que reclaman sus Provincias. Al efecto partirán en breve para aquel destino los ciudadanos doctor Cosió, nombrado por Entre Ríos; el doctor Andino, por Santa Fe; el doctor Cabrera, por Córdoba y don Miguel Barreiro, por la Banda Oriental, todos con poderes e instrucciones bastantes a llenar su comisión. Todo lo que comunico a usted para que penetrado de las circunstancias ponga en ejecución las providencias que le tengo impartidas y las demás que usted estime convenientes.
Tengo el honor de saludar a usted y dedicarle mis más afectuosas consideraciones.
Villa del Uruguay, 30 de junio de 1815.
José Artigas
Al muy Ilustre Cabildo de la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo”.

En Elhordoy, Angel: Historia Nacional (1811-1828), Montevideo, 1980, p. 146

 

Como un gesto de oposición al centralismo de Buenos Aires, las provincias rechazaron el Estatuto Provisional y no enviaron diputados al Congreso de Tucumán las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y la Banda Oriental.

A mediados de 1816, el territorio de la Liga Federal fue invadido por los portugueses del Brasil. Las tropas portuguesas estuvieron al mando del general Carlos Federico Lecor y de fuerzas que habían luchado contra Napoleón.

En Rio de Janeiro, además de la familia real portuguesa y la diplomacia británica y española, se  encontraba el recientemente expulsado Director Supremo Alvear que, fiel a sus ideales monarquistas, buscaba un príncipe para coronar. Es decir, se encontraban todos los enemigos de Artigas.

El caudillo oriental diseñó un plan para enfrentar al enemigo: defenderse atacando al enemigo en su propio territorio. En una carta dirigida al Delegado Barreiro bosquejó el plan y las primeras medidas que debían tomar.

Carta de Artigas a Barreiro

La invasión portuguesa motivó el envío a Buenos Aires de comisionados de la Liga Federal con la finalidad de obtener ayuda. Juan José Duran y Juan Francisco Giró firmaron con el director Juan Martín de Pueyrredón un tratado por el cual se aceptaba la independencia firmada el 9 de julio, en Tucumán. Se reconocía la autoridad del Congreso y el Directorio y negaba a la Liga de los Pueblos Libres.

Artigas rechazó el convenio el 26 de diciembre de 1816 y escribió: “El jefe de los orientales ha manifestado en todo tiempo que ama demasiado a su patria para sacrificar el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad”.

El Director Supremo Pueyrredón entró en tratativas con el general Lecor. Éste le aseguró que el territorio de Buenos Aires quedaba a salvo y que su intención era sólo la de dominar el territorio oriental. 

El 20 de enero de 1817, el general Lecor logró tomar la plaza de Montevideo y enarbolar la bandera portuguesa.

La situación en el Alto Perú

Luego de las derrotas sufridas por el ejército patriota a manos de las fuerzas realistas comandadas por Joaquín Pezuela, Manuel Belgrano retrocedió a Tucumán y los realistas ocuparon el Alto Perú y llegaron hasta Salta. 

Belgrano fue llamado por el gobierno de Buenos Aires para responder por sus derrotas. José de San Martín lo reemplazó en el mando del Ejército del Norte por poco tiempo, ya que prontamente, renunció a esa comandancia y fue reemplazado por Rondeau.

En tanto, Güemes había sido electo por una asamblea popular el 15 de mayo de 1815 como gobernador de la Intendencia de Salta, reconocido luego por Jujuy, Tarija y Orán. Como primera medida, reconoció al gobierno directorial y aceptó lo establecido por el Estatuto Provisional de 1815 con la condición:

 

“[...] de que si en el término de cinco meses no se realizase el Congreso en el lugar intermedio que se designase, quedará esta Provincia en el propio hecho, libre de la sujeción del Gobierno Provisorio establecido y en una total independencia provincial. Este es un efecto propio del celo de todo buen ciudadano que procure y aspire a la común felicidad; un remedio preservativo para cortar en lo sucesivo los males que acabamos de sufrir por una horrorosa fracción que había minado los cimientos de nuestra libertad”.

En Cornejo Atilio. “Salta y el Congreso de Tucumán”, en Trabajos y Comunicaciones, T. XV, Buenos Aires: Universidad Nacional de la Plata, 1965, p. 135
 

Tras algunas victorias obtenidas por las fuerzas de Rondeau, el general Pezuela dejó libres Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y Tarija, quedando prisioneras casi todas sus guarniciones. Rondeau ocupó esas posiciones y estableció su cuartel general en Potosí. Allí, tomó conocimiento que Güemes había retirado el armamento que había quedado en Jujuy y le solicitó que lo reintegrara.

Güemes consideró que se trataba de un caso delicado y convocó a un cabildo abierto para que resolviera la cuestión. Los participantes decidieron no remitir el armamento, dado que la provincia quedaría desprovista de elementos para la defensa contra el enemigo. Así fue comunicado a Rondeau. Güemes fue declarado traidor en una comunicación enviada por el comandante del Ejército del Norte al Director Supremo Álvarez Thomas:

 

“Mondragón, agosto de 1815. Si el ciudadano en cuyas manos se depositase la fuerza, traicionando a su constitución y a la confianza pública, volviese contra sus poderdantes las armas que le dieron para su defensa y, erigiéndose en tirano del país, echase las semillas de la rebelión y levantase el estandarte de la anarquía, entonces los ejércitos ordenados y las provincias hermanas se comprometerían formalmente a declararlo enemigo común y firmar una coalición general para liquidarlo.
He ahí los principios luminosos de donde se derivan las obligaciones sagradas de acusar ante la nación al Coronel D. Martín Güemes y de pedir contra él un castigo más espectable,  cuando, a más de abrir una brecha a la dignidad y altos derechos de los pueblos, ha empleado sus armas para consumar la opresión, para apoderarse de un gobierno, para desnudar un ejército en campaña de los medios de su defensa, para poder en conflicto sus negocios contra el enemigo exterior y para trabajar el exterminio de su propio país, como se demostrará por los documentos cuyas piezas van a jugar en este manifiesto.[...]”    

En Solá, Ricardo. El general Güemes. Su actuación en la guerra de independencia y su justificación ante la posteridad (1806-1821), Buenos Aires: Biblioteca del Oficial, 1933, p. 57
 

El gobierno de Buenos Aires estaba temeroso porque Güemes procediera del mismo modo que Francia en el Paraguay o Artigas en la Banda Oriental. Por eso, bajo pretexto de auxiliar al Ejército del Norte en la campaña por el Alto Perú, envió 2.000 hombres aunque el encargo secreto era aprehender a Güemes.

Text Box:         Martín Miguel de Guemes Recién a comienzos de agosto de 1815, el general Rondeau decidió mover el ejército en busca de los realistas. Por ese tiempo, las fuerzas de Pezuela habían sido reforzadas. Rondeau, anoticiado de esta situación, decidió retroceder, pero fue tomado por sorpresa por los realistas, quienes lo vencieron en Sipe-Sipe el 29 de noviembre de 1815.

Luego de la derrota, inició la retirada con las escasas fuerzas que quedaban y nuevamente fue batido por los realistas el 6 de enero de 1816.

Güemes y las milicias salteñas, indignadas por la ineficacia de Rondeau, exigieron que la seguridad de la intendencia quedara bajo la dirección política y militar del gobernador y el Ejército del Perú, ya que desconfiaban que sólo ese ejército y su general pudieran enfrentar la situación. Las tensiones entre Güemes y Rondeau aumentaron y los muchos desertores del Ejército del Norte eran bien recibidos en las milicias güemesianas.   

Luego de varias intimaciones, en marzo de 1816, los contrincantes firmaron un tratado de paz, alianza y amistad. Salta continuó con los métodos de guerra gaucha bajo la conducción de Güemes y brindó auxilio a las tropas enviadas desde Buenos Aires.

La solución llegó condicionada por el establecimiento del Congreso General. La actitud del gobierno de Salta y sus pobladores aceleraron la reunión del Congreso y pusieron de manifiesto la voluntad de Güemes de colaborar con la obra de la consolidación material y legal de la independencia.

A los pocos días del acuerdo, el Congreso de Tucumán inició sus sesiones y designó Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. El jefe del ejecutivo viajó a Salta con la intención de entrevistarse con Rondeau y Güemes y luego de evaluar la situación del Ejército del Norte, resolvió que Rondeau se replegara a Tucumán con la finalidad de rearmarse y disciplinarse y ascendió al caudillo salteño al grado de coronel mayor. Le ordenó encargarse de la defensa de Salta. San Martín estuvo de acuerdo con la decisión de Pueyrredón.

Antes de que el Ejército del Norte llegara a Tucumán, Rondeau fue relevado de su cargo y reemplazado por Manuel Belgrano el 7 de agosto de 1816.

San Martín y el Ejército de los Andes

En agosto de 1814, San Martín fue designado Gobernador Intendente de Cuyo, jurisdicción que comprendía las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis. 

El ideal de independencia de la Logia Lautaro que integraba San Martín, era la condición fundamental para el desarrollo de la liberación continental. El gobernador de Cuyo consideraba que el triunfo se alcanzaría atacando el Perú, centro del poderío español en América, avanzando desde el territorio de las Provincias Unidas y Chile. 

La derrota chilena en Rancagua dejó al territorio de las Provincias Unidas amenazadas desde la frontera occidental. Para la concreción de la primera etapa del plan continental, era indispensable concretar la libertad de Chile.
Mientras se esperaba la decisión del gobierno de Buenos Aires acerca de la guerra, se intensificaron las medidas de defensa, se promovió el alistamiento general de milicias y se trabajó para pertrechar al ejército.

San Martín sabía que con Carlos María de Alvear -de tendencia monarquista- como Director Supremo, no era posible obtener el apoyo necesario para encarar su proyecto. Ante esta situación, San Martín pidió licencia por razones de salud. Si bien el pedido fue aceptado por Alvear, el Cabildo de Mendoza obligó al Director Supremo a revocar la medida. Golpe al gobierno de Buenos Aires que se sumaba a la resistencia del Ejército del Norte. Dos meses después, la sublevación del Ejército del Norte en Fontezuelas puso fin al gobierno de Alvear y con él, a la logia dominada por esa facción. La sublevación de Fontezuelas liderada por Álvarez Thomas fue apoyada por las tropas de Mendoza.

Text Box:         Confección de la          Bandera de los Andes A pesar de haber caducado la autoridad de la cual emanaba la de San Martín, se lo designó nuevamente, por aclamación. Desde ese momento, la actividad del gobierno cuyano estuvo orientada a la realización del plan continental: engrosar las milicias, desarrollar una economía que permitiera la subsistencia de la población y, a la vez, que posibilitara desviar fondos para financiar el plan.

Designado nuevo Director Supremo, Rondeau, quien se encontraba al mando del Ejército del Norte, se hizo cargo del gobierno Álvarez Thomas, quien reconocía las aptitudes de estratega y militar de San Martín y le brindaba apoyo enviando hombres y recursos para que pueda ir conformando el que sería el ejército de los Andes.

San Martín hizo esfuerzos para concretar el plan. Contaba con la ayuda de su esposa Remedios de Escalada que se encontraba en Mendoza, de militares, de religiosos y de la población toda. Se organizaron donaciones en especie y en dinero, se declararon propiedad pública las herencias de los españoles que morían sin sucesión, se gravaron con impuestos diversas actividades y gran parte de la población sirvió en los talleres militares a ración y sin sueldo.

A fines de 1815, el ejército de Rondeau sufrió una grave derrota en la Batalla de Sipe-Sipe y se perdió la región del Alto Perú. En retirada, Güemes y Rondeau enemistados, se hostilizaron hasta firmar un acuerdo, quedando el primero a cargo de la defensa de la región del norte.

No fue posible durante el año 1815 la reunión de un Congreso. Muchos de los pueblos que componían las Provincias Unidas habían adoptado una política federal como oposición al centralismo de Buenos Aires. El Directorio consintió -como forma de disminuir las tensiones- amenzado por la creciente influencia del caudillo Artigas y la Liga Federeal; temeroso de una invasión realista a través del Río de la Plata.

En marzo de 1816, se reunió en Tucumán el Congreso, sin la participación de muchas regiones de las Provincias Unidas. La designación de Martín de Pueyrredón como Director Supremo marcó el momento oportuno para la declaración de la independencia y la ejecución del plan libertador de Chile.