Buenos Aires Provincia
José Gervasio Artigas
José Batle y Ordóñez
Alba Roballo
Juan Antonio Lavalleja


Entre la sotana y las armas


Los amores de Artigas

“Tiemblen los tiranos de haber excitado nuestro enojo”

"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"


Entre la sotana y las armas

Martín José Artigas y Francisca Antonia Arnal tuvieron seis hijos, el cuarto de ellos fue José, quién llevaba en su cuerpo sangre india, porque su abuela materna era descendiente de la princesa inca Beatríz Tupac Yipanqui. Su familia estaba vinculada a los fundadores de la ciudad de Montevideo y José era segunda generación de americanos nativos.

Su niñez transcurrió en la ciudad. La posición de su familia era holgada, su padre tenía casa en la ciudad, campos y ganado. La familia contaba con algunos criados negros. José estuvo muy cerca de uno de ellos, al que llamaba “tío Antonio”, de quien escuchaba relatos de sus lejanas y exóticas tierras.

Hizo sus estudios primarios en la escuela del Convento de los Padres Franciscanos donde aprendió a leer y escribir y recibió una formación regular. Su abuelo paterno tenía expectativa que José se consagrara como sacerdote e instituyó una capellanía a su favor. Los cargos en la administración eran para españoles; la iglesia o la milicia quedaban como únicas opciones. Pero el militar se formaba en España y él decidió no abandonar su tierra.

De pequeño fue aprendiendo tareas de campo cuando su familia visitaba la estancia de sus abuelos maternos. De jovencito decidió reclinar la milicia y dedicarse a las faenas del campo. Recorrió el territorio de la Banda Oriental a partir de la comercialización de productos ganaderos. Se relacionó con gauchos e indios –sobre todo charrúas con los que convivió algún tiempo- y conoció la rudeza de su vida y su cosmovisión.

Algunas veces llevaba productos a Montevideo, donde descansaba y sentía renacer su interés por las armas. En 1797, se creó el Regimiento de Blandengues para defender la frontera de portugueses y contrabandistas. Artigas se incorporó como soldado y luego fue ascendido a teniente. Su actividad de protección de la frontera fue reconocida por superiores y hacendados.

Participó de la campaña de creación de pueblos para frenar a los portugueses, dirigida por Félix de Azara. Defendió su tierra de portugueses, ingleses -en 1806 y 1807- y de los mismos españoles, a quienes no les interesaba perderla porque no era la suya. Su tierra estaba al otro lado del océano y Artigas entendía esa diferencia.


Los amores de Artigas


Artigas tuvo varios amores en el curso de su vida. Su primer amor fue una mujer charrúa con la que tuvo a su primogénito, Manuel, en 1785. A su hijo le escribió: "Yo estoy seguro de estar siempre con vos, así como vos siempre debes estar conmigo. Nada habrá capaz de dividir nuestra unión y cuando los enemigos se presenten al ataque, nos verá el mundo ostentar nuestra amistad y la confianza que mantenemos. [...] tu padre, Artigas". Esto explica porque, siendo blandengue, nunca luchó contra los indios y el apoyo recibido por parte de éstos.

Isabel Sánchez Velásquez estaba casada con un arriero de tropas que, acusado de asesinato, pasó largo tiempo en la cárcel y luego murió. El joven José trabajaba para él y, en su ausencia, se enamoró de Isabel, con quien convivió catorce años y tuvo cuatro hijos. Manuel, el mayor de ellos, manejó los asuntos familiares de Artigas.

Artigas enviudó en 1804 y, mediante un acuerdo matrimonial, se casó con su prima Rosalía Villagrán. La vida de la pareja fue difícil, precariedad económica, distanciamiento, fallecimiento de dos de los tres hijos que concibieron y la enfermedad mental de Rosalía que la llevó a la muerte en 1824.

En el campamento de Purificación, Artigas trabó relación con Melchora Cuenca y se casaron en 1815, luego de la anulación de su matrimonio anterior y tuvieron dos hijos. Entre los avatares sufridos, se cuentan los de carencias presupuestarias y persecución política. Melchora no acompañó a Artigas al Paraguay, ella entregó dejó a su hijo Santiago al cuidado de la familia de Fructuoso Rivera, pasó a Brasil y a Entre Ríos con su hija escapando de los enemigos. Santiago fue coronel de la milicia.

Artigas se ocupaba del bienestar de su hijo; en carta a Manuel le decía: “No permitas que él (Santiago) pase necesidad. Socórrelo [...] Si Melchora se aburriese de estar áy, y quisiese ir a otra parte no me permitas en manera alguna, se lleve al Niño”.

Además, tuvo varios hijos adoptivos. El más conocido fue el misionero Andrés Guacurarí, quien se acercó a Artigas cuando éste recorría el noroeste de la Banda Oriental. José lo crió, le enseñó a leer y escribir y le permitió usar su apellido. Andresito se incorporó al Cuerpo de Blandengues y llegó a gobernar, por un tiempo, su provincia natal.

En 1825, Artigas conoció a la joven Clara Gómez Alonso. De esa unión nació Juan Simeón en 1827 quien llegó a ser teniente coronel de Paraguay y hombre de confianza de Francisco Solano López. Artigas convivió con Clara hasta su muerte.


“Tiemblen los tiranos de haber excitado nuestro enojo”


Artigas se sintió arrastrado por los acontecimientos del 25 de mayo de 1810. Discrepaba en cuanto a conservar la soberanía de Fernando VII y en la tendencia de los porteños de creer que la Banda Oriental era una dependencia y por querer perjudicar sus intereses favoreciendo los del puerto de Buenos Aires. También le molestaba que Montevideo fuera considerada como una simple plaza fuerte y que no garantizaran la autonomía oriental.

A diferencia de Buenos Aires, en la Banda Oriental eran amplios sectores de la población los que pugnaban por la ruptura con la corona y los jefes militares e intelectuales los secundaban. El movimiento no se hallaba como en la vecina orilla, concentrado en la ciudad sino disperso por todo el territorio oriental y era necesario que contara con una autoridad que pudiera dirigirlo. Artigas será el Primer jefe de los orientales.

En los primeros días de 1811 regresó de España con el cargo de Virrey del Río de la Plata don Francisco Xavier de Elío, tomó medidas que perjudicaban económicamente a los criollos y en febrero declaró la guerra a Buenos Aires. El 27 de ese mes, los criollos orientales dieron el llamado “Grito de Asencio” en el que decidieron pasarse al bando revolucionario.

Artigas cruzaba el río Uruguay rumbo a Buenos Aires para ponerse al servicio de la Junta, quien le pidió organizara las fuerzas necesarias para sublevar a la Banda Oriental. Para ello, creó un pequeño ejército de patricios, pobladores y lanceros negros y trabajó para sublevar a la población: “[...] toda la Banda Oriental me sigue en masa resueltos todos a perder mil vidas antes que gozarlas en la esclavitud: los indios infieles abandonando sus tolderías inundan la campaña presentándome sus bravos esfuerzos para cooperar a la consolidación de nuestro gran sistema”.

Los artiguistas sitiaron Montevideo. Elío fue auxiliado por fuerzas portuguesas. El gobierno de Buenos Aires capituló con ambas fuerzas. Artigas se opuso a abandonar el sitio pero acató la orden y fue acompañado en el “Éxodo” hacia Entre Ríos por casi toda la población del sur de la Banda Oriental. Se consolidaba como el jefe de la revolución en la Banda Oriental.


"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"


Artigas consideraba que Buenos Aires y la Banda Oriental eran hermanas -que deseaban emanciparse de España- pero distintas.

Convocados por la Asamblea del Año XIII, los artiguistas designaron representantes, con mandato de solicitar la independencia del poder español y la organización de un gobierno republicano y federal cuyo asiento no estuviera en Buenos Aires. Los diputados fueron rechazados porque su pedido afectaba el centralismo porteño. Artigas abandonó el segundo sitio de Montevideo. El director supremo de las Provincias Unidas, Posadas, lo declaró “[...] infame, privado de sus empleos, fuera de la Ley y enemigo de la Patria” y estableció que “[...] será perseguido y muerto en caso de resistencia”.

El crecimiento del artiguismo llevó a la conformación de la Liga de los Pueblos Libres, de la que Artigas fue su Protector. La componían la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba.

En ellas, se estableció el intercambio comercial proteccionista; libertades religiosas y civiles; se crearon bibliotecas públicas y escuelas de la Patria y de enseñanza media libres y gratuitas; para fomentar el poblamiento y seguridad de la campaña se estableció el reparto de tierra entre los pobladores: “Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la provincia para poseer sus antiguas propiedades”. Artigas organizó un gobierno participativo, expresaba: “Mi autoridad emana de vosotros, y ella cesa ante vuestra presencia soberana."

Se invitó a la Liga a participar del Congreso en Tucumán pero, excepto Córdoba, el resto no concurrió.
Mantuvo correspondencia con Belgrano, San Martín, Bolívar, cambiando opiniones acerca del futuro americano. En carta a Guemes afirmó: "Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" y a Simón Bolívar expresó que los americanos “unidos íntimamente por vínculos de naturaleza, de intereses recíprocos luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros más sagrados derechos”.

Fue necesaria la unión de portugueses y las fuerzas del Directorio para derrotar a los artiguistas y, luego, la traición y ambición de sus lugartenientes. Decepcionado, Artigas se exilió en el Paraguay donde vivió hasta 1850.