Buenos Aires Provincia
José Batle y Ordóñez
José Gervasio Artigas
Alba Roballo
Juan Antonio Lavalleja


“La infancia de un futuro presidente”


“Uruguay entre la lucha de colorados y blancos”

“El destino y el amor”

“De la pacificación a las presidencias”


“La infancia de un futuro presidente”

Don José Pablo Torcuato Batlle y Ordóñez fue hijo del presidente uruguayo Lorenzo Batlle y de Amalia Ordóñez. Nació en Montevideo, el 21 de mayo de 1856 en el barrio de la Aguada, en una casa mandada a construir por su padre en el predio del establecimiento del Molino y panadería “Oriental”, herencia del abuelo José Batlle y Carreó, en Montevideo. Fue bautizado bajo la fe católica y criado en esta religión

Su padre Lorenzo Batlle Grau era un importante hombre público, hijo de un inmigrante catalán de la época de la Colonia, quien se había enriquecido como abastecedor de la Marina Real Española en Montevideo. La vida de José estará signada por el prestigio social heredado de su familia y con el tiempo su vida y obra política hablará por sí misma.

José Batlle cursa estudios primarios en una escuela inglesa. Una vez finalizada la educación media ingresó en la Facultad de Derecho pero poco tiempo después se alejaría de la misma. Durante su paso por la Facultad se vio reflejada su posición cada mas distanciada de la fe católica.

Su espíritu curioso e inquieto lo llevó a Europa para 1879 donde pudo tomar clases en la Sorbona, en el reconocido Colegio de Francia. Según sus biógrafos tomó clases en el curso de Laffite, casa donde el mismo Augusto Comte había vivido. El paso por el viejo mundo agudizará su posición anticlerical y como presidente tomará decisiones firmes para separar el rol del Estado del de la Iglesia. Las ideas del positivismo se manifestaban en el territorio nuestro americano con la secularización de los cementerios, con las leyes de Registro Civil, y la de Matrimonio Civil, entre otras.

El joven Batlle formó parte de la redacción del diario La Razón, enfrentado directamente en sus ideas al periódico católico El Bien Público. Para 1886 funda su propio diario: El Día.

Su interés por la vida política lo llevó a acceder al cargo de diputado nacional por primera vez en el año  1890, por el distrito de Salto. Luego jurará como senador por Montevideo hasta llegar a alcanzar el máximo cargo al que pueda aspirar un hombre en la Política: en el año 1903 asumiría como presidente primero del senado y en 1905 de la nación por un periodo de cuatro años.


“Uruguay entre la lucha de colorados y blancos”

Para fines del siglo XIX La República Oriental del Uruguay estaba inserta dentro del sistema capitalista mundial que para entonces ya afianzaba la riqueza de los poderosos a partir de la desposesión de los países no industrializados. Para este entonces, Inglaterra estaba interesada en la administración y concesión del trazado de líneas férreas, en la ampliación de las redes de teléfonos, telégrafos, los tranvías, la mejora en la infraestructura edilicia con fines comerciales, el saneamiento, y en el agua corriente entre otras. El Presidente  Julio Herrera Obes (quien gobernó entre 1890-1894) reconociendo la influyente presión diría: “Me siento como el gerente de una gran empresa cuyo directorio esta en Londres”.

Como en muchos países latinoamericanos para reconocer la ideología, la lucha y los ideales de los partidos políticos modernos, se debe tener en cuenta los intereses económicos que se defienden. El Partido Blanco se caracterizaba por una postura conservadora, clerical, cuyo discurso captó la atención de las poblaciones rurales principalmente. Por otro lado el Partido Colorado adoptó una posición más progresista, defendió entre otras la idea de la educación pública y laica, y el afianzamiento del rol del Estado en la administración pública.

A fines de 1897 se produce una revolución por medio de la huelga armada, como resultado de la abstención de los dos partidos dominantes, en las elecciones parlamentarias del año 1896. Esta resistencia armada terminó con la firma del Pacto de la Cruz.

Al comenzar el siglo XX Uruguay contaba con una población de un millón de habitantes concentrada principalmente en Montevideo, dentro de la que se debe tener en cuanta un gran número de inmigrantes principalmente de Brasil. Los partidos políticos históricamente consolidados a partir de mediados del siglo XIX, eran el Partido Nacional  Blanco o conservador y el Colorado Popular o liberal.

Lorenzo Batlle y Ordóñez fue presidente por el Partido Colorado entre 1868 y 1872, y su hijo José Batlle llegará por primera vez el 1º de marzo de 1903. Pero los años difíciles de las luchas civiles no acabarían, ya que a comienzo de 1904 el Partido Blanco generó un levantamiento alegando la desigualdad entre la vida urbana y rural como resultado de la modernización impulsada por los progresistas. El conflicto se agravó al enfrentar en una sangrienta guerra civil a miles de hermanos uruguayos por ocho sangrientos meses. Al morir en lucha el principal líder de los blancos, Aparicio Saravia, comenzó una etapa de unidad nacional.


“El destino y el amor”

José Batlle se casó en segundas nupcias con Matilde Irene Pacheco Stewart ya que Matilde contrajo matrimonio por primera vez en 1872 con Ruperto Michaelsson, el primo de José Batlle.

Del Primer matrimonio nacieron cinco hijos: Matilde Sofía, Ruperto Luis, Juan Luis, Guillermo Francisco y Carlos Manuel. Pero Ruperto Michelsson, el marido de Matilde, la había dejado con cinco hijos y sin dinero tras viajar a Europa.

Matilde estaba enferma, se desvelaba y creía ver sombras en los rincones de la casa y sufría de terror nocturno, por lo tanto aceptó mudarse a la casa los Batlle tras la invitación de Don Lorenzo. José la acompañaba hasta altas horas de la madrugada, situación que resultaba algo comprometedora. Al regreso de Ruperto volvieron a la quinta familiar y la convivencia de la pareja se desarrolló con normalidad.

Pero una desgracia familiar se desata a raíz de un accidente de un hijo de Matilde, Willi, cuando sufrió serias quemaduras. La familia Batlle cuidó a Willi y a la madre. Respecto a esta estadía, y según documentos recuperados por biógrafos de la familia Batlle, José escribía al respecto de la mujer de su primo: “Hace algún tiempo que he llegado de casa de Matilde. Qué mujer esta Matilde! Si yo escribiera novelas ella sería la protagonista de la más bella. Si fuera pintor su figura sería la figura culminante del cuadro más luminoso…Pero no soy nada de esto y una amistad sincera y tranquila me la hace apreciar tal vez mejor de lo que la apreciaría de otro modo”.

Con cinco hijos, sin trabajos, sin los medios necesarios para otorgarle una buena calidad de vida a su familia, Ruperto se encontraba en un estado depresivo profundo. No se levantaba de la cama y alentaba a su esposa a lo peor. Se sumaba a esta situación molestos síntomas de asma y la entrega al descuido. Fallecería el 27 de septiembre de 1893.

En 1894 José Batlle y Matilde Irene Pacheco Stewart se casaron y tuvieron cinco hijos: César (1885); Rafael (1887); Amalia Ana (1892); Ana Amalia (1894); y Lorenzo (1897).

Si bien la vida política de su esposo era próspera, la vida familiar continuó con la trágica presencia de la muerte. Tras la muerte de tres de sus hijos: en 1894 murió su hijita Amalia Ana Batlle Pacheco siendo una beba, en 1897 murió su hijo Juan Luis Michaelsson Pacheco, y para 1913 según escribía su madre “Murió mi idolatrada hija Ana Amalia Batlle Pacheco, a la edad de diez y ocho años y dos meses”.

La pareja hizo todo lo posible por salvar a su enferma hija Ana Amalia hasta la idea de viajar a Europa, pero los médicos no lo recomendaron por su debilidad.

El sufrimiento era profundo por lo que José Batlle según relatan algunas fuentes escribió: “Estas líneas son hijas de un deseo de llorar...Son una queja...también una ofrenda, un homenaje: flores que deposito sobre su tumba con el rocío de mis lágrimas; inscripción que grabo en su losa funeraria...Son, a más, caricia a la esperanza de hallarla, algún día, no sé dónde, en el seno del inconcebible infinito; protesta contra el olvido que, como la obscura hiedra, cubre poco a poco los sepulcros. ¡Oh, Ana Amalia!. Yo no te doy aún por perdida! ... Espero! ...En tanto, ¡que viva en el recuerdo la suave y dulce voz de tu sonrisa, la purísima serenidad de tu mirada, tus líneas helénicas, tu aroma de flor, la claridad de tu razón, la austeridad de tu carácter; tu ser todo, aureolado de lealtad, de bondad, de poesía...!”. Matilde falleció el 13 de febrero de 1926.


“De la pacificación a las presidencias”

Se caracteriza su primer mandato por un fuerte impulso en la modernización de su país. Se concentró en llevar a cabo reformas económicas y sociales que permitieron a Uruguay transformarse profundamente; estableció la jornada de ocho horas, la ley de indemnización laboral y su marcada posición como defensor del laicismo lo llevó a promulgar la primera ley de Divorcio en todo America latina.

Sobre la educación popular, una de las  metas era la disminución del analfabetismo. Se crearon instituciones de educación media no solo en la capital del país sino en casi todas las ciudades de los diferentes departamentos. En materia de economía fortaleció el rol del estado generando empresas competitivas con respecto a las privadas, no solo en calidad sino en los precios. Sus obras de gobierno contaron con el apoyo de socialistas y anarquistas.

Durante su segundo mandato como Presidente de la Nación (1911 – 1915) se generaron marcadas transformaciones en la organización financiera; se creó Banco de Seguros de Estado, se nacionalizó el Banco Hipotecario y el Banco de la República. Pasaron a manos del Estado la energía eléctrica a partir de la creación de nuevas usinas. Se creo la Administración nacional de puertos, El correo, los telégrafos y los teléfonos también pasaron a ser monopolizados por el gobierno Nacional, beneficiando el aumento de ganancias para el tesoro Nacional. Dada la amplia superficie de costas marítimas y fluviales del Uruguay, y con el fin de maximizar su usufructo, se creó la Administración Nacional de Puertos.

La política educativa continuó con la línea de acción de su primer mandato; se crearon liceos departamentales, el Consejo Nacional de Educación Primaria y normal, las Facultades de Ingeniería y Arquitectura, se recategorizaron las escuelas superiores de Comercio Agronomía y Veterinaria como parte de la Universidad de la República de Uruguay.

Las históricas luchas de los trabajadores vieron resultado con la aprobación de la ley de la silla, con la regulación del trabajo nocturno de los panaderos. Se otorgó pensiones a la vejez, se otorgaron créditos blandos para el agro, entre otras mejoras. Se reformó la Constitución en 1917, ya que desde 1830 no se habían hecho modificaciones.

Culminado su mandato como presidente continuó en la vida pública entre los años 1920 y 1926. Desempeñó labores dentro del Consejo Nacional de Administración donde llegó a ocupar la presidencia.

Morirá a la edad de setenta y tres años un 20 de octubre de 1929, dejando una huella profunda en la historia uruguaya, como el hombre que no solo modernizó sino que revolucionó la administración pública de su país. Hoy su figura sigue contando con el reconocimiento de muchos seguidores.