Buenos Aires Provincia
Mariano Moreno
Martín Miguel de Guemes
Hipólito Yrigoyen
Eva Duarte de Perón


“Dios, nuestro señor, creó a los indios libres”


“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”

¡Ay Moreno de mi vida!

“Gozar de una justa y completa libertad”



“Dios, nuestro señor, creó a los indios libres”

Mariano Moreno fue el primogénito de Don Manuel Moreno y Argumosay de Ana María Valle, una familia con catorce hijos y recursos escasos.
Sus primeros pasos como estudiante los hizo en las escuelas del Rey y en el Colegio de San Carlos. Durante la adolescencia, la lectura fue su pasatiempo favorito. Invitado por su confidente, el padre franciscano Cayetano Rodríguez, tuvo en la biblioteca del Convento de San Francisco acceso a libros que le despertaron inquietudes.

En tertulias a las que la familia concurría, Mariano se vinculó con el sacerdote Felipe Iriarte quien, al conocer su interés por estudiar en el Alto Perú y las dificultades económicas de su familia, le ofreció intermediar para obtener una beca para gastos y lugar donde alojarse. Así, pudo partir a Chuquisaca e iniciar la carrera eclesiástica, la que pronto cambió por el estudio de la abogacía.

En casa del canónigo Terrazas, no sólo encontró alojamiento, sino también, reuniones sociales que lo vincularon a profesores y estudiantes y a una importante biblioteca donde entró en contacto con Montesquieu, Locke, Filangieri, Jovellanos, Rousseau, Raynal y algunos enciclopedistas. Estas lecturas lo familiarizaron con doctrinas económicas y políticas del siglo XVIII y lo instrumentaron en la observación y crítica de la realidad circundante.

En Chuquisaca la mayoría de la población era indígena y trabajaba en las minas de plata en condiciones inhumanas. La pobreza de esos sectores contrastaba con la opulencia de españoles y criollos. Esa situación impactó a Moreno, quien siendo estudiante, asumió la defensa de los nativos en su escrito “Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios” (1802) en él afirmaba: “Dios, nuestro señor, creó a los indios libres”. En sus primeros trabajos como abogado también defendió a humildes contra abusos y denuncias de gobernadores y alcaldes y tuvo que enfrentar a jueces y servidores coloniales, lo que le garantizó la enemistad con esos funcionarios.

No regresó a Buenos Aires con sotana sino como un Doctor en Leyes, que trabajaría para hacer realidad las ideas revolucionarias y el credo político liberal que había aprendido en Chuquisaca.

“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”

El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la Gazeta de Buenos Ayres y con ella inició su actividad periodística.

Al igual que Castelli, Monteagudo, Alberti y Belgrano, entendía la importancia de la prensa en la difusión de las ideas. En el primer número expresó que los objetivos del periódico -de frecuencia semanal- era mantener informada a la población rioplatense acerca de los acontecimientos externos e internos. La Gazeta difundió las discusiones que se daban en el seno de la Primera Junta de gobierno y publicitó las decisiones de sus integrantes; divulgó los ideales revolucionarios y fomentó el debate público acerca de la revolución.

Moreno defendió la libertad de expresión y el derecho de la población al acceso a la información pública. Escribió: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos”.

La Gazeta se distribuyó no sólo en Buenos Aires sino también en “las provincias”, porque era importante que sus habitantes estuvieran al tanto de las noticias prósperas y adversas y era una forma de consolidar la unión con ellas bajo el nuevo sistema.

Moreno consideraba que el conocimiento debía ser socializado y valoraba de igual modo al soldado que entregaba su vida como al “sabio” que atacaba la ignorancia y el egoísmo, porque ambos defendían la revolución enfrentando a los enemigos externos e internos. Por eso, propagó el pensamiento de intelectuales del “Siglo de las luces” como Rousseau; tradujo del francés su libro “El contrato social”, lo publicó y lo calificó como “catecismo de los pueblos libres”. Pensaba que ya era “tiempo de que salgan a la luz las virtudes (de los americanos) que el despotismo ocultaba en la oscuridad”, por eso publicó sus ideas. Creía, además, que la lucha por la independencia era una causa de todos los americanos.

Luego de la muerte de Moreno, La Gazeta continuó publicándose hasta el año 1821. En 1938, el Primer Congreso Nacional de Periodistas reunido en Córdoba, instauró el 7 de junio como "Día del Periodista" conmemorando la aparición del primer periódico de ideas patrióticas.

¡Ay Moreno de mi vida!

En una tertulia en Chuquisaca, conoció a la joven altoperuana, María Guadalupe Cuenca. Quedó fascinado por su belleza y femeneidad.

La madre de Guadalupe pretendía que la muchacha se recluyera en un convento, pero el amor logró torcer ese destino. Mariano y Guadalupe se casaron el 20 de mayo de 1804. Un año después nació su único hijo, Marianito.

Vivieron una intensa historia de amor en el contexto de los acontecimientos de la época: invasiones inglesas, sucesos de Mayo de 1810, enfrentamientos con Saavedra; hasta que los integrantes de la Junta enviaron a Moreno a Inglaterra para alejarlo del Río de la Plata por las discrepancias que mantenía con el sector saavedrista y los representantes de “las provincias”.

Mariano partió hacia Europa y murió en alta mar durante la madrugada del 4 de marzo de 1811. Su cuerpo fue colocado en una bolsa, envuelto en una bandera inglesa y arrojado al mar. Salvas de artillería le rindieron honores.

En Buenos Aires se vivían momentos de tensión. Los morenistas eran desacreditados y apresados. El poder de los saavedristas se consolidaba.

Para calmar la ansiedad por la ausencia del ser amado, “Mariquita” escribía apasionadas cartas en las que también comentaba detalles del acontecer público.

Escribía presintiendo que ya no volvería a encontrarse con su amado. En carta del 20 de abril de 1811 expresaba: “[...] ay, Moreno de mi vida, qué trabajo me cuesta el vivir sin vos [...]” y refería la situación de los revolucionarios: “[...] los que se han sacrificado son los que salen peor que todos, el ejemplo lo tienes en vos mismo, y en estos pobres que están padeciendo después que han trabajado tanto, [...] porque Saavedra y los pícaros como él son los que se aprovechan y no la patria, pues a mi parecer lo que vos y los demás patriotas trabajaron está perdido porque éstos no tratan sino de su interés particular [...]”.

Meses después de la muerte de Moreno, Guadalupe continuaba escribiéndole. Deseaba que estuviera bien de salud, que no se hubiera enamorado de otra y le decía que no podía vivir sin él.

“[...] adiós, mi Moreno, no te olvides de mí, tu mujer”, así terminaba la última de las cartas. Luego, recibió la noticia fatal, pese a la cual, Guadalupe vivió fiel a su amor hasta el 1 de septiembre de 1854.

“Gozar de una justa y completa libertad”

De regreso a Buenos Aires en 1805, adquirió gran reputación como abogado. Su actividad profesional estuvo ligada a sus convicciones políticas. Defendió a miembros de los cabildos de distintos puntos del Virreinato ante el despotismo de funcionarios de la Corona; intercedió ante sacerdotes españoles que acusaban de irreligiosidad a los integrantes del Cabildo de Jujuy y también fue abogado de un habitante agraviado por el obispo de Buenos Aires; representó a los oficiales del cuerpo de Indios, Pardos y Morenos cuando se les intentó disminuir el salario mientras los españoles mantenían el mismo ingreso.

En 1809 redactó la “Representación de los Hacendados”. No se trataba de un escrito de carácter jurídico sino de un documento que cuestionaba el sistema de comercio impuesto por la Corona, defendido por comerciantes porteños, funcionarios y alto clero que lo utilizaban para lucrar a expensas de otros sectores.

En los acontecimientos de Mayo de 1810 desarrolló una intensa actividad. Junto a Castelli, Paso, Belgrano y otros, defendió la idea de que el pueblo era soberano para decidir sobre su destino. Desde el 25 de Mayo fue secretario la Primera Junta de gobierno y desarrolló una incesante labor.

Elaboró un proyecto, el Plan de Operaciones, desde él promovió la educación popular y la creación de bibliotecas públicas; estableció que los regimientos se integrarían sin distinción étnica o condición social y que todos tendrían los mismos derechos; propuso medidas económicas para el crecimiento del país; sostuvo la necesidad de la unidad de los americanos -basada en igualdad de ideas, religión, costumbres- para lograr la independencia americana y “gozar de una justa y completa libertad”.

Opinaba que la revolución sólo podía profundizarse si se adoptaban medidas ejemplificadoras con los opositores, no sólo los realistas sino también los “neutrales”, a quienes consideraba verdaderos egoístas.

Sus ideas y propuestas, resultaban peligrosas para los enemigos internos de la revolución, que ganaron terreno hacia fines de 1810 y trataron de dificultar –y de ser posible, detener- el accionar de Moreno, por eso, en enero de 1811 los miembros de la Junta lo enviaron en misión especial a Inglaterra.