Día de la Enseñanza Agropecuaria
 
Siglo XIX > Primeros intentos
 

La llegada de Manuel Belgrano a la Secretaría del Consulado de Buenos Aires, y la propuesta aparecida en la Memoria leída el 15 de junio de 1796 -titulada Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor- de crear una Escuela Práctica de Agricultores, resulta el primer intento de fomentar la educación agropecuaria en el Río de la Plata.

Posteriormente, siendo Martín Rodríguez gobernador de Buenos Aires, el Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Bernardino Rivadavia, dictó en agosto de 1823 un decreto que decía:

“Nada es sin duda de mayor importancia a un país cuya población dista tanto de corresponder a la extensión de su territorio, y cuyos productos están aún mucho menos en proporción con la feracidad de su suelo, que el perfeccionar los trabajos y aumentar los conocimientos del arte, que mejora y multiplica los vegetales”.

Condomí Alcorta, Arturo: Legislación escolar de la Provincia de Buenos Aires sobre instrucción primaria, Tomo III, p. 238.

El decreto insistía en la necesidad de no centrarse en la explotación ganadera, incentivando las tareas agrícolas para generar una explotación mixta y diversificar las producciones. A partir de ese momento, se proyectó la creación de una escuela de agricultura práctica en la zona de la Recoleta, a la que anualmente asistirían seis estudiantes, todos hijos de agricultores. Los estudios no sólo contarían con una enseñanza teórica, sino que se debería dedicar tiempo al cultivo de plantas que serían utilizadas para adornar los paseos públicos, como combustible, para la construcción, para la elaboración de medicinas y para el autosustento, ya que los estudiantes residirían en el establecimiento.

La firma del tratado angloargentino en 1825, coronó la relación que venían manteniendo políticos y comerciantes de Gran Bretaña y el Río de la Plata; relación que había atraído inversiones británicas e incrementado el comercio desde 1810. El tratado establecía la igualdad legal y política de las dos naciones y garantizaba a los británicos la libertad religiosa.

En 1824, los hermanos John y William Parish Robertson solicitaron al gobernador de Buenos Aires el permiso para introducir una colonia de súbditos británicos y solicitaban que el gobierno cediera una porción de tierra en renta vitalicia y que se les entregaran herramientas; además pedían ejercer el gobierno local, formar un cuerpo de milicianos y practicar la religión protestante. El Ministro Rivadavia firmó un decreto por el cual aceptaba la propuesta.

Los Robertson rechazaron las tierras otorgadas por el gobierno por estar ubicadas muy al sur y sometidas al constante acoso de los indios. Entonces, adquirieron las tierras que lindaban con la Estancia Santa Catalina, de su propiedad. Era un terrero de unas 5200 hectáreas ubicadas en los actuales partidos de Lomas de Zamora y Esteban Echeverría.

Al año siguiente, llegaron 220 personas para instalarse en la nueva colonia. “Al cabo de un año, cada familia contaba con una casa debidamente instalada y una porción de terreno suficiente para realizar actividades productivas. [...] Los productos de granja, prontamente abastecieron a la ciudad de Buenos Aires”.

Molina María del Carmen y Staltari Sebastián: 125 Aniversario de los Estudios Agronómicos y Veterinarios, La Plata, Instituto Fitotécnico de Santa Catalina. Universidad Nacional de la Plata, 2008, p. 14.

El auxilio del Estado bonaerense nunca llegó y la cancelación de los contratos de inmigración vigentes provocó la quiebra de los Robertson, ya que ellos mismos fueron quienes tuvieron a su cargo la instalación y sostenimiento de la colonia escocesa. Por esta razón, se vieron obligados a vender sus tierras en 1832.

A pesar del predominio ganadero en la región, los colonos continuaron desarrollando su actividad en las cercanías de las ciudades. La escuela de agricultura práctica y la colonia agrícola tuvieron una corta existencia.

Domingo F. Sarmiento presentó, en 1856, un anteproyecto de ley por el cual en las cercanías de Buenos Aires -a ambas márgenes del arroyo Maldonado- se expropiaría una legua cuadrada (alrededor de unas cuarenta cuadras) de terreno para instalar una quinta de aclimatación de plantas y de ensayos de agricultura; además se instalaría una escuela de enseñanza común, un hospicio de huérfanos; posta, biblioteca, capilla y casa para el maestro. Si bien el proyecto no llegó a concretarse, resultan interesantes las ideas de Sarmiento al respecto:

“La educación pública sobre todo para la campaña nuestra, debe ser rural, colonizadora, preparada para transformar la Pampa, entonces inculta, en elemento de producción, corrigiendo por la silvicultura el defecto capital de la llanura sin límites, que sólo de cueros de vaca proveía a la industria entonces. El maestro de escuela debía ser agrónomo, y la escuela criadero de plantas forestales para enriquecer de bosque la superficie [...]”.

Pedro F. Marotta: Antecedentes sobre la enseñanza agrícola en el país. Revista El Monitor de la Educación Común, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educación, 1914, p. 321-331.

 

“Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor”. Memoria leída por el secretario del Consulado de Buenos Aires, Dr. Manuel Belgrano, el 15 de junio de 1796.
(Fragmento)
Fuente: Belgrano, Manuel: Escritos económicos, Buenos Aires, Hyspamérica, 1988, p. 11 a 14.

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Primeros intentos

El matadero, litografía de Bacle.

 
Primeros intentos

Casco de la Estancia Santa Catalina, propiedad de los hermanos John y William Parish Robertson.