Dirección General de Cultura y Educación

Civilización y Barbarie


Vicente “Chacho” Peñaloza Desde el exilio, los unitarios y centralistas, conformaron una corriente de pensamiento político, literario, filosófico y cultural que se conocería como la Generación de 1837, cuyos máximos representantes fueron Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi. Todos ellos, influenciados por ideólogos estadounidenses y defensores del sistema democrático, como fueron Benjamín Franklin, Tomás Jefferson o Alexis de Tocqueville. 

Algunos miembros de ese grupo planteaban que las guerras civiles habían sido causadas porque unitarios y federales encarnaban diferentes proyectos de país. Sarmiento planteó en Facundo una hipótesis distinta. Analizó la aparente eterna crisis latinoamericana como consecuencia de un histórico duelo entre una civilización de estilo occidental, representada por la ciudad, y la barbarie producto del legado colonial, del absolutismo monárquico y despótico español encarnada en la campaña y en los caudillos rurales:

Había antes de 1810 dos sociedades distintas, rivales e incompatibles; [...] la una española, europea, civilizada y la otra bárbara, americana, casi indígena; y la revolución de las ciudades solo iba a servir de causa, del móvil, para que estas dos maneras distintas de ser de un pueblo se pusiesen en presencia una de otra, se acometiesen, y después de largos años de lucha, la una absorbiese  a la otra.” (p. 76).

Su obra Facundo fue un escrito político con un propósito directo e inmediato, combatir a Rosas y contribuir a su derrocamiento. Se sirvió para ello de una biografía novelada de Juan Facundo Quiroga y también caracterizó -en menor medida- a Juan Manuel de Rosas. Biografía novelada porque en ella, influyó su imaginación más que datos históricos certeros y constatables. Aunque contiene permanentes alusiones al pasado, muchos datos y referencias históricas son inexactos, utilizados de ese modo por equivocación o por designio, como expresó el autor en varias oportunidades.

Gaucho Federal según Raymond Quinsac de Monvoisin  Tuvo la habilidad de construir impactantes utopías y aliarse simultáneamente con las ciencias, empleándolas como fuente de información y desarrollo técnico, por ejemplo, al hacer la descripción de algunas ciudades de Cuyo. Sin embargo, las semblanzas que hace del baqueano, el rastreador, el gaucho malo, el cantor, contenidos en la primera parte del libro fueron escritos antes de que Sarmiento conociera la pampa. Es decir, que fueron producto de los relatos que habían llegado a sus oídos matizados con el producto de su viva imaginación; ya que cuando redactó la obra, sólo había tenido ocasión de conocer su provincia natal y Chile, donde se encontraba exiliado.

En la Argentina, todo estaba por hacerse. Apeló a una realidad imaginada y en proceso de invención; pudo dotar de significado aquello que aún estaba vacío y convirtió ese vacío en los cimientos de algo nuevo.

En Facundo, Sarmiento intentó una interpretación de la “sociedad argentina” que trascendió el papel y la tinta hasta transformarse en proyecto político de los gobiernos posteriores a la caída de Rosas en 1852 y que, en muchos casos, continúa teniendo influencia hasta el presente. Este efecto se debió a que su explicación satisfizo a los intereses políticos y económicos de la clase hegemónica –sobre todo la porteña- y por esos motivos, sus ideas fueron ampliamente difundidas.

Muelle de pasajeros, 1867 Según Sarmiento, la civilización estaba representada por las minorías ilustradas y los unitarios; las ciudades y en rigor por una sola ciudad, Buenos Aires, abierta a los mares y a las influencias de las poderosas naciones industrializadas de Europa –Inglaterra y Francia- y de América del Norte –los Estados Unidos-:

“[...] los progresos de la civilización se acumulan en Buenos Aires solo: la pampa es un malísimo conductor para llevarla y distribuirla en las provincias [...]” (p. 29)

La barbarie era el pasado americano, tanto indígena como español -incluso el idioma castellano-, el desierto, los caudillos federales, el catolicismo hispanoamericano, la tradición provinciana, los incultos y maleables sectores populares.

“Después de la Europa, ¿hay otro mundo cristiano civilizable y desierto que la América? ¿Hay en la América muchos pueblos que estén, como el argentino, llamados, por lo pronto, a recibir la población europea que desborda como el líquido en un vaso? ¿No queréis, en fin, que vayamos a invocar la ciencia y la industria en nuestro auxilio, a llamarlas con todas nuestras fuerzas, para que vengan a sentarse en medio de nosotros, libre la una de toda traba puesta al pensamiento, segura la otra de toda violencia y de toda coacción? ¡Oh! ¡Este porvenir no se renuncia así no más!” (p. 12 y 13).

Inmigrantes llegados al país hacia 1860 Sarmiento vislumbró para los tiempos por venir la creación del Estado-nacional argentino centralista y democrático, promotor de una masiva inmigración que poblara el desierto argentino con nueva sangre europea que traería más democracia y respeto hacia las leyes y, en estrecha relación con el mundo occidental que “contagiaría” de civilización al país.

Signo de los nuevos tiempos sería la unificación del ejército -moderno y bien armado-, la introducción del tren, del telégrafo, la enseñanza del idioma inglés, la adopción de costumbres y de otras herramientas del “mundo moderno”. Argentina soñada e idealizada que los dirigentes políticos posteriores a Caseros (1852) tratarán de delinear utilizando para ello, herramientas culturales, pedagógicas, jurídicas, policíacas, económicas y todas aquellas que sean necesarias para construir un país a la medida de Europa, dejando en el pasado la identidad indígena, gauchesca y española que sólo ataba a la Argentina al atraso y al fracaso, según Sarmiento.

Domingo Faustino sostuvo que deseaba lograr la unidad en la civilización y en la libertad, y que con Rosas sólo se logró la unidad en la barbarie y en la esclavitud. Por eso, para insertar al país en la modernidad, sería necesario encarar una lucha sin cuartel contra el caudillismo y el separatismo, símbolos de la barbarie y del despotismo.

En Facundo explicó que, a pesar de la fuerza bruta, del autoritarismo, los hábitos ignorantes, de las tradiciones hispánicas coloniales envejecidas vencerían las ideas fecundas y el progreso.

Este esquema de civilización y barbarie no admitió términos medios. Para Sarmiento, todo personaje que formó parte de la obra fue clasificado en alguno de los dos sentidos. Pero también utilizó esta clasificación para caracterizar a los personajes de la vida real y definir a los aliados y a los enemigos. 

Documentos de época

Las hipótesis que Sarmiento planteó en Facundo acerca de los males que aquejaban a la Argentina fueron compartidas por algunos pensadores y refutadas por otros. Incluso, en el siglo XX y aún en la actualidad siguen siendo materia de análisis. Les ofrecemos a continuación la mirada del mismo Sarmiento, de José Hernández, un contemporáneo, y de Arturo Jauretche, escritor y político argentino del siglo XX quien consideró las hipótesis de Sarmiento como “la zoncera madre”.  

La ciudad y la campaña (fragmento)

Facundo (selección de textos)

De las madre que las parió a todas. Y en particular de sus dos hijas mayores