Paz, Pan y Trabajo
Los sectores trabajadores fueron los mayores damnificados del Proceso de Reorganización Nacional. La dura represión desatada en el período tuvo como finalidad principal el desmantelamiento de las organizaciones gremiales. El movimiento obrero había quedado, prácticamente, desactivado: dirigentes muertos, desaparecidos y encarcelados, y prohibición a los sindicatos de funcionar.
Pero, a pesar del plan, muchos trabajadores continuaron peleando por sus derechos en momentos en que la situación económica se hacía cada vez más difícil para la población: aumentaban los cierres de empresas y, por ende, la desocupación. El descontento social comenzó a hacerse sentir tímidamente desde el inicio del período.
En 1979, el titular de la CGT, Saúl Ubaldini y otros de sus miembros, organizaron el primer paro general contra la dictadura que se hizo sentir en con mayor intensidad en el Gran Buenos Aires y se llevó a cabo el 27 de abril de 1979. Si bien la huelga no consiguió detener al país, logró que, por primera vez desde el año 1976, un gran sector de la población argentina pudiera expresarse contra el régimen. La huelga terminó con represión y trabajadores presos, aunque no alteró los planes de los dictadores; llamó la atención de organizaciones internacionales que llegaron a entrevistarse con ellos para reclamar la libertad de dirigentes sindicales presos.
Entre las organizaciones del movimiento obrero hubo dos tendencias: una inclinada al diálogo con la dictadura como estrategia para la concertación liderada por Jorge Triaca y otra, antidialoguista en franca confrontación, liderada por Saúl Ubaldini.
En la declaración de la formación de este último sector, en noviembre de 1980, se expresaba que: “[...] ha llegado la hora histórica en que, deponiendo con la grandeza que las circunstancias exigen, todo interés de grupo o sector, nos encontramos nuevamente reunidos hacia el logro de un solo objetivo, la vigencia plena de la Confederación General del Trabajo”.
El sector ubaldinista convocó a una nueva huelga general para el día 7 de noviembre de 1981 mientras que el sector de Triaca se negó a adherir. Desde temprano, una multitud se congregó en la Iglesia de San Cayetano, en Liniers, bajo la consigna “paz, pan y trabajo”, acompañados por Ubaldini.
El descontento social fue en aumento hasta desembocar en el paro nacional con movilización realizado el 30 de marzo de 1982. Esa movilización fue la mayor expresión de lucha obrera del período dictatorial. Convocados por la CGT, bajo la consigna "Paz, pan y trabajo", cincuenta mil jóvenes y trabajadores coparon la Plaza de Mayo en una verdadera huelga política de masas. Saúl Ubaldini comandó la movilización. La jornada anunciaba el colapso de una dictadura agotada en sus contradicciones internas y la crisis económica.
La posible movilización de amplios sectores de la población, motivó que el Ministerio del Interior presionara para que la marcha no se hiciera pretextando que la CGT no había solicitado la autorización correspondiente para realizar el acto y que estas situaciones podían producir alteraciones a la seguridad y el orden público, a la vez que recordó que seis dirigentes sindicales, entre ellos Saúl Ubaldini, se encontraban procesados por haber declarado otras huelgas generales.
A pesar de las amenazas, durante seis horas el centro porteño fue escenario del enfrentamiento entre trabajadores y la policía. Eran los sectores obreros los que se ponían a la cabeza de la lucha antidictatorial. La movilización también se extendió a Mendoza, Rosario, Neuquén y Mar del Plata. Hubo miles de detenidos en todo el país, el dirigente obrero mendocino Dalmiro Flores, fue muerto y hubo centenares de heridos.
Dice Alfredo Mason en el libro Sindicalismo y Dictadura, una historia poco contada:
"El 30 de marzo de 1982 se produjo una nutrida movilización encabezada por el secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, por lo que la Plaza de Mayo fue cercada por un dispositivo más fuerte que cualquiera conocido hasta entonces; se cortó el puente Pueyrredón con carros de asalto y un fuerte cordón policial. Se reprimió duramente las concentraciones que se efectuaron en los alrededores de Tribunales y en el puerto; por primera vez, empleados y funcionarios de la zona céntrica de Buenos Aires ("cuellos blancos") arrojaban desde balcones y ventanas todo tipo de proyectiles contra los elementos de la represión. En esos días se calculó que hubo cerca de tres mil detenidos, aunque nunca se informaron las cifras oficiales. Hubo una movilización en las ciudades de Mendoza, donde la represión culminó con el asesinato de un sindicalista; en Rosario, dos mil trabajadores recorrieron el centro de la ciudad con consignas contra la dictadura; en Mar del Plata y San Miguel de Tucumán detuvieron a doscientas personas por repudiar al gobierno militar; en Córdoba, el Tercer Cuerpo del Ejército patrulló las calles con columnas de hasta siete vehículos militares por temor a la movilización de los trabajadores".
Mason, Alfredo: Sindicalismo y Dictadura, una historia poco contada, Buenos Aires, Biblios, 2007.
Una vez más el movimiento obrero argentino, que venía resistiendo, enfrentándose desde siempre a todas las dictaduras, debió recurrir a las medidas de fuerza como presión para conquistar sus reivindicaciones más sentidas y a pesar de los costos, el movimiento obrero se convirtió en el eje de la protesta nacional. Lo invitamos a leer el documento de Autoconvocatoria que se dio a conocer en 1980.
AUTOCONVOCATORIA INICIAL DE LA CGT (1980) |
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En Abós, Alvaro: Las organizaciones sindicales y el poder militar (1976.1983), Buenos Aires, CEAL, p. 136 y 137
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