Dirección General de Cultura y Educación

Obra de la Junta
Divergencias internas
Comunicación a las provincias

 

Primera Junta

Divergencias internas

Algunos de los integrantes de la Primera Junta.  De izq. a der.: Mariano Moreno, Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano. De pie: Juan José Castelli.  Al momento de la revolución, las fuerzas productivas tenían un bajo nivel de desarrollo y esto imposibilitaba la existencia de una fuerte burguesía que pudiera liderar los cambios que se proponían. Había, sobretodo en Buenos Aires, una burguesía comercial que hacía mucho tiempo que estaba esperando la eliminación de las barreras monopólicas para continuar su expansión bajo el ala del desarrollo industrial británico, y una pequeña burguesía que no se hallaba en una correlación de fuerzas positivas, como para llevar adelante las ideas revolucionarias que tendían a modificar las condiciones de producción del Antiguo Régimen y conformar un Estado nacional.

Al no existir una burguesía que liderara ese proceso, Mariano Moreno planteó que ese lugar debía ocuparlo un Estado centralizado y revolucionario. Los miembros de la Junta le encargaron al secretario la elaboración de un Plan de Operaciones. Listo para fines de agosto de 1810, el Plan establecía los objetivos económicos, políticos, sociales y de política exterior de la revolución, y la manera de concretarlos.

Mariano Moreno, secretario de la Primera Junta de Gobierno y redactor del Plan de Operaciones.  Los lineamientos del Plan otorgaban al Estado un papel preponderante en el ordenamiento económico: "Se pondrá la máquina del Estado -sostiene- en un orden de industrias, lo que facilitará la subsistencia de miles de individuos". Se manifestaba contrario al libre comercio sin aranceles aduaneros, porque creía que esa situación era la que "ha arruinado y destruido los canales de la felicidad pública por la concesión a los ingleses".

Proponía que el Estado realizara inversiones para desarrollar industrias, artes, ingenios, agricultura, navegación, diversificando las producciones. Los recursos para desarrollar esas actividades provendrían de la apropiación de las  riquezas en manos de los empresarios mineros del Alto Perú, porque consideraba que: "Es máxima aprobada que las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando solamente con su poder absorben el juego de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad, demostrándose como una reunión de aguas estancadas que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que ocupan pero que si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes de una a otras no habría un solo individuos que no las disfrutase, sacando la utilidad que le proporcionase la subsistencia política, sin menoscabo y perjuicio".  

Desde el punto de vista político, el Plan de Operaciones pretendía la eliminación del absolutismo y la consolidación del poder en manos de los revolucionarios. Se expresaba que la revolución en el Río de la Plata sólo triunfaría si se extendía su influencia a toda América. En el Plan se evaluaba que esta orientación generaría resistencia por parte de los colonialistas, y que las medidas tendientes a consolidar la revolución sólo podrían ser concretadas si eran aplicadas con estricto rigor: "[...] reformemos los abusos corrompidos y póngase en circulación la sangre del cuerpo social extenuada por los antiguos déspotas y de este modo se establecerá la santa libertad de la Patria. Y así no debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa, aún cuando tenga semejanza con las costumbres de los antropófagos y los caribes. Y si no, ¿por qué nos pintan a la libertad ciega y armada de un puñal? Porque ningún Estado envejecido (España) o provincias (América)  puede regenerarse, ni cortar sus corrompidos abusos sin verter arroyos de sangre". Salvar y consolidar a la revolución era uno de los objetivos principales y, en ese sentido, deben entenderse medidas como la deportación de Cisneros y los cabildantes, el fusilamiento de Liniers y sus compañeros, entre otros hechos.

Moreno evaluó el contexto europeo en el que surgió el proceso revolucionario rioplatense, y destacó la conveniencia y los peligros de mirar transitoriamente a Inglaterra, para enfrentar a los franceses y al absolutismo español: "Inglaterra es, en primer lugar, una de las intrigantes por los respetos del señorío en los mares y en segundo lugar, por dirigirse siempre todas sus relaciones bajo el principio de la extensión de miras mercantiles, cuya ambición nunca ha podido disimular su carácter". En la edición de La Gazeta del 16 de octubre de 1810, Moreno dice: "El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse [...]. Miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y abalorios. Aprendamos de nuestros padres y que no se escriba de nosotros lo que se ha escrito de los habitantes de la antigua España, con respecto a los cartagineses que la dominaron: [...] viéronse estos traidores, fingirse amigos, para ser señores y el comercio afectando, entrar vendiendo para salir mandando".

Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta de Gobierno. Fue uno de los que encabezó la oposición al grupo morenista.  Desde su actividad de secretario de la Junta y encargado de los departamentos de gobierno y guerra, Mariano Moreno había podido concretar muchas de las ideas vertidas en el Plan. Estas medidas  fueron apoyadas por la mayor parte de los miembros de la Junta, pero rechazadas por el sector de la burguesía comercial porteña, los sectores conservadores que representaban a diferentes territorios del Virreinato y los grupos reaccionarios de las fuerzas armadas, expresados en la figura de Cornelio Saavedra.

Este último sector se resistía a cambiar profundamente la organización institucional y, sobre todo, la organización económica.

Sólo pretendían la apertura comercial irrestricta para someterse a los designios de la industria británica, que los colocaba en superioridad de condiciones en relación al resto de los sectores sociales rioplatenses. Su proyecto giraba en torno de hacerse del poder político sin modificar un ápice de la estructura económico-social heredada.

Hacia fines del año '10 las diferencias entre los grupos se acentuaron, producto de dos decretos redactados por Moreno: en uno, se prohibía ocupar cargos públicos a quienes no hubieran nacido en estas tierras y, en otro, el de Supresión de Honores, se colocaba al presidente de la Junta en igualdad de condiciones que el resto de los integrantes, "sin más diferencia que el orden de los asientos" .

Los partidarios de cambiar para que nada cambie, aprovecharon esas circunstancias para alejar al secretario de la Junta,  sabiendo que sólo contaba con el regimiento Estrella comandado por French, porque sus dos hombres de confianza -Castelli y Belgrano- estaban lejos como para auxiliarlo. Por otra parte, los diputados del resto de los territorios comenzaban a llegar a Buenos Aires y eran ganados para la causa saavedrista. Los morenistas habían perdido la mayoría en la Junta. Moreno aceptó realizar una misión diplomática en Inglaterra y el 24 de enero de 1811, partió acompañado por su hermano Manuel y su amigo Tomás Guido. En alta mar, el 4 de marzo de 1811, lo sorprendió la muerte. Semanas después llegó la noticia a Buenos Aires y comenzó a rumorearse que había sido envenenado.

A continuación, le presentamos un fragmento del Plan de Operaciones y el Reglamento de Supresión de Honores, para que pueda profundizar las ideas de Mariano Moreno desde su puño y letra.

Reglamento de Supresión de Honores

Plan de Operaciones




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